Banners
Banners
altoromexico.com
Banners

La ingeniería de la entrega

Sábado, 29 Jun 2019    Segovia, España.    Juan Antonio de Labra | Enviado          
Diego Ventura y Diego Urdiales rayaron a gran nivel en Segovia
Ya sea una plaza monumental, de primera categoría, o de segunda, e inclusive en un pueblo, las figuras del toreo que prodigan honradez profesional tienen asumido que su compromiso ético es entregarse. Salir a darlo todo. Y si es verdad que en determinadas plazas el público no está obligado a saber, a conocer detalles, cuando los toreros se entregan, del tendido baja ese cariño que los retroalimenta.

Así sucedió ayer en la corrida de Segovia. La pena fue que los tendidos de esta plaza tan antigua –propiedad del entrañable Manolo Lozano–, no se llenara a toda su capacidad, pues el cartel confeccionado por la empresa contenía los elementos para ello.

Porque ahora, que tanto se repiten las combinaciones, y los toreros apoderados de las grandes empresas son meros cromos intercambiables, el tener juntos aquí al rejoneador Diego Ventura, a su tocayo, Diego Urdiales, y a López Simón, era para que esa respuesta por parte de la gente local, y de otros muchos de regiones cercanas, como Madrid, se hubieran dado una vuelta por Segovia.

Pero esa tremenda ola de calor que está azotando a España desde el jueves pasado seguramente espantó a la gente. Y, es verdad. Sólo los valientes, esos que están curtidos al sol de los campos de Castilla –que ya van siendo menos, por desgracia para la España rural– se atreven a sentarse en la piedra caliente, a pleno sol, y con 40 grados centígrados de temperatura en el ambiente.

Las caras largas de los apoderados, los gestos de resignación de las cuadrillas, y las diversas expresiones acerca de la entrada que había en la plaza antes de comenzar la corrida, no minaron ni un ápice la voluntad de triunfo de los toreros. De tal guisa que la tarde, a pesar del pobre juego de los toros corridos para la lidia a pies, de la divisa de Román Sorando, tuvo matices de verdadero interés.

Otra cosa fueron los dos ejemplares elegidos por la gente de Diego Ventura para este compromiso segoviano: dos toros de Ángel Sánchez, de encaste Murube, muy en tipo, y que al final fueron los mejores de esta corrida mixta.

Diego estuvo sensacional. Cada vez más maduro, más centrado, más torero. Y si al primero de la tarde le hizo una faena inteligente, en la que procuró encelarlo desde el principio, cuando le clavó los dos primeros rejones de castigo para después torearlo con armonía y temple, la faena al cuarto fue de esas inolvidables.

Ese toro, construido un poco cuesta arriba, acabó descolgando, y humilló deliciosamente delante de "Nazarí", ese caballo estrella, de hace tanto tiempo, que se lo cosió al estribo de la montura para llevarlo toreado, sometido con una pasmosa lentitud. Hubo momentos en los que los pitones del toro estaban prácticamente debajo de la barriga del lusitano, mientras arriba, como un centauro, Diego Ventura se gustaba a rabiar, en una magistral demostración de que el toreo a caballo de nuestros días es de una singular belleza y una gran torería.

De Diego a Diego. Y dos lotes sumamente distintos. El primero de la lidia a pie era un colorado de bonita lámina, pero cuyas armoniosas hechuras no correspondieron a su buena simiente. El toro comenzó a defenderse desde el comienzo, y luego cortó el viaje por el izquierdo.

A pesar de esta condición adversa para un torero que ahora, más que nunca, sale a la plaza a dejar sobre la arena su donaire de clasicismo, no fue fácil plantarle cara. Pero ahí estaba la entrega de Urdiales, a flor de piel, para tragarle al toro sin aspavientos, serenamente, hasta que terminó imponiéndose hasta en la estocada, no obstante que el de Román Sorando alargó el pitón derecho para echarle mano.

Con esa primera oreja en la espuerta, el torero de La Rioja afrontó la lidia de un sobrero, sustituto del quinto, que estaba acalambrado de los cuartos traseros y se desplazaba con dificultad. Y aunque el de reserva no valía nada, pues era soso y estaba más cerca de rajarse que de venirse arriba, Diego Urdiales le dio confianza, la misma que le bullía en el pecho, para hacerle una faena de plaza grande.

Por las pausas, por el ritmo, por la suavidad, fue llevando esas embestidas en rectitud, sin apreturas, para que le de Román Sorando se desplazara hacia adelante. Y en los redondos, como en los naturales, los pases de pecho, más de alguno con talante señorial, todo cuanto hizo Urdiales tuvo cadencia y medida, dueño de un oficio -y un sitio, también- de privilegio. Vamos, como un maestro del toreo con casi dos décadas en la profesión.

López Simón buscó mantener en pie al tercer, que era muy bonito de hechuras, y le hizo una faena entre altibajos, con algunos desarmes de por medio, pero con ganas de querer agradar a la parroquia, noble y feliz, que ahí, con tal calor, también estaba dispuesta a aplaudir a este madrileño de melancólica mirada que ahora está bajo la férula de otro Diego, Robles, ese taurino de la marisma con mucho bagaje sobre sus espaldas.

Pasó demasiado tiempo, quizá, intentando emocionar, pero las flojas embestidas del castaño hornero no contribuían a entusiasmar tanto a la gente. De cualquier manera, se le agradeció la voluntad, y como mató de una certera estocada, también cortó una oreja.

La noche se vino encima y López Simón lidió al sexto en medio de una espectral penumbra, ahí cuando la gente ya estaba deseosa de ver la salida a hombros de Ventura y Urdiales, y marcharse pronto a refrescar, tras una tarde con matices para el buen aficionado, y todavía esa bandera de la entrega ondeando muy cerca del Acueducto segoviano, esa magna obra de sólida ingeniería romana como las que hoy se vieron en esta vieja plaza.

Ficha
Segovia, España. Corrida de las fiestas de San Juan y San Pedro. Media entrada en tarde muy calurosa. Dos toros de Ángel Sánchez para rejones (1o. y 4o.), buenos, sobre todo el 4o. Y cuatro de Román Sorando, desigual en presentación, deslucidos en su conjunto. Diego Ventura: Dos orejas y ovación tras petición. Diego Urdiales (burdeos y oro): Oreja y oreja. López Simón (azul marino y oro): Oreja y ovación tras petición. Incidencias: Destacó en banderillas Víctor Pérez "El Víctor", por sus buenos pares al 1o. Enrique Martínez "Chapurra" actuó como sobresaliente del mano a mano a pie.


Comparte la noticia


Banners
Banners