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El Zapata o la alegría de jugarse la vida

Domingo, 02 Dic 2018    Mérida, Yuc.    Juan Álvarez | Foto: Rafael González           
Salió a hombros tras cortar una oreja a cada ejemplar de su lote
Aderezada por toros con edad, raza, genio y presencia de Begoña y Mimiahuápam, la segunda corrida de la temporada en Mérida derivò en un abanico de emociones con heterodoxias, momentos de toreo puro, sustos y el triunfo de Uriel Moreno "El Zapata" que salió a hombros tras el corte de dos orejas, festejo en el que el también tlaxcalteca Gerardo Rivera cortó un auricular.
 
Luego de la suspensión de la segunda corrida de la temporada hace unas semanas por problemas con la corrida, la empresa dejó en claro el tono de seriedad de la temporada al contratar un corridón, cuyo común denominador fue el comportamiento con raza y genio, que puso a batallar a los toreros.
 
Al conjuro de la tercia de toreros banderilleros, el coso lució tres cuartos de aforo para un festejo que a la postre resultó harto interesante, lleno de matices y sobre todo triunfos de peso de los mexicanos, no así para el jerezano Juan José Padilla que saldó su despedida de este coso con una tarde aciaga.
 
Pero decíamos que el festejo estuvo lleno de momentos destacados y heterodoxias. Y con dicha etiqueta se catapultó Uriel Moreno "El Zapata", que consiguió una actuación vibrante, sin inmutarse ante dos toros que, si bien se prestaron para el lucimiento, hubo de jugarse alegremente la vida.
 
El gusto que se nota a leguas por estar enfrente de la cara del toro y que  lo ha consolidado para estar en un gran número de plazas, estuvo presente ante la afición meridana.
 
Y vaya que se jugó la piel desde que se abrió de capa con su primero al que le realizó un vistoso quite de su invención: el quite de la "Bugambilia", desplegando el capote, mientras gira en torno a su eje como lo hace con las banderillas para otra suerte de su invención: el par monumental.
 
La alegría de estar enfrente de los pitones, decíamos. Y entonces hasta dio la vuelta al ruedo después de un emocionante tercio de banderillas que cerró con un cambio impensable, pegado a tablas, poniendo a la plaza en ebullición.
 
Con sentido del espectáculo y buen trazo, esparció el olor a faena grande tras dos primeras tandas con temple y buen trazo, pero aquello quedó con la miel en los labios. El toro respingó el toreo de acercamiento, el proyecto de arrimón y aquello se diluyó, saliendo a flote tras certero espadazo.
 
Con su segundo, de nuevo dio paso al toreo alegre, con amplio sentido del espectáculo para una faena con estructura, sin mayores excelsitudes, pero suficiente para volver a meter en la canasta a los aficionados, que rebotaron de sus asientos tras el certero espadazo que por sí solo valía la oreja otorgada, asegurando la salida en volandas.
 
Gerardo Rivera causó grata impresión en el coso meridano. Pulcro, serio y de buen trazo, se enredó con su primero, un toro de gran calidad por ambos lados, por lo que ahí quedaron los naturales de mano baja, con el toro haciendo el "avión" en su afán tras la muleta, por lo que aquello se cinceló como lo más artístico sobre el albero.
 
El tlaxcalteca se gustó, pero sin duda que acusó la falta de rodaje pues el toro era de faena grande. El torero adolece de ligazón y por consiguiente hubo de luchar porque no se decayera el ánimo en torno a su faena que al final, se saldó con una oreja.
 
Su segundo, un torazo con casi seis años de edad, de grandes pitones y descomunales cepas anilladas, lo trajo a mal traer. Un toro con genio, raza, desarrollando el sentido propio de la edad, literalmente le perdonó una cornada de órdago.
 
En un descuido el torero cayó en la cara del astado saliendo trompicado ante las exclamaciones de susto del tenido, las carreras de la cuadrilla y la ayuda de sus alternantes. Aquello pudo haber sido de tragedia grande. Al final, magulladuras de esas que no se olvidan y la satisfacción de salir por su pie para ir a casa.
 
Por lo que toca al español Juan José Padilla, hubo de pechar con lo más complicado del encierro. Sus dos enemigos tenían cuajo y cara, pero también malas ideas y escasas ganas de ir tras la muleta.
 
Su primero, con raza, le apretó. Padilla anduvo profesional, hubo de sacar todos los recursos de la chistera, para quitárselo de encima, sin rehuir. Y lo reconocieron desde los tendidos. Su segundo igual, o peor. Lo que se vive, disfruta y sufre cuando sale una corrida de toros con esa catadura.

Ficha
Mérida, Yuc.- Plaza Monumental. Segunda corrida de la temporada. Tres cuartos de entrada en tarde agradable. Cinco toros de  Begoña y uno de San Miguel de Mimiahuápam, de excelente presencia, con edad, enrazados, de los que destacó el 2o. y 3o. Juan José Padilla (fucsia y azabache): Ovación y pitos. Uriel Moreno "El Zapata" (tabaco y oro): Oreja y oreja con petición de la segunda. Gerardo Rivera (verde aguamarina y oro): Oreja y ovación. Pesos por orden de lidia: 500, 555 (Sobrero 520) 530, 495, 540 y 540 kilos.


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