Lo más importante en el toreo no son precisamente las orejas, sino dejar la huella de un buen sabor de boca, máxime si se trata de novilleros que buscan abrirse paso en esta muy difícil profesión, de tal suerte que hoy en la Plaza Arroyo el público lo pasó bien.

Por supuesto que también influyó el interesante juego de los novillos de Gonzalo Iturbe, que no fueron fáciles y en diversos matices mantuvieron la emoción en el pequeño redondel de la coqueta placita de Tlalpan.

Fue Sebastián Ibelles el que cuajó los mejores muletazos de la tarde, ante un novillo que desarrolló ciertas complicaciones durante su lidia y que parecía estar reparado de la vista, en el ojo izquierdo. Por lo tanto, Ibelles plantó cara por el perfil derecho, que era el bueno del astado, y los redondos conseguidos tuvieron buena dosis de temple, acompañando siempre con la cintura.

Cuando el ejemplar se vino a menos, lo toreó adecuadamente por la cara. Lástima que no cayó con el espadazo, de tal manera que se esfumó la posibilidad de tocar pelo.

Abrió plaza un novillo muy bien armado y que tuvo movilidad, desplazándose con calidad, aunque en ocasiones tendía a salir suelto. Emiliano Villafuerte "El Moso" estuvo muy aseado delante del oponente y regaló trazos de buen acabado, por ambos pitones, demostrando interesantes avances que le valieron al michoacano dar vuelta al ruedo.

El tlaxcalteca Curro Recoba tiene la chispa del arte y así lo manifestó cuando logró acomodarse con el que cerró plaza, un novillo que rascaba la arena de continuo y por momentos se agarraba al piso, pero metía la cabeza con buen son. Este joven torero gustó a la afición capitalina y dio una vuelta al ruedo tras petición de oreja.

Arturo de Alba estuvo esforzado ante un astado que fue de más a menos, así que su labor no terminó por "romper". Con buena planta de torero, el tapatío estructuró una faena con buenos pasajes, aunque aislados, y a la postre el público le reconoció con una salida al tercio.