El único toro bueno de la corrida de Fuente Ymbro, de nombre "Hechizo", sirvió para ver la apuesta de Román, el joven espada valenciano que acaba de ganar la Oreja de Oro en Aguascalientes. Y gracias a esas embestidas enrazadas, se pudo ver una de esas faenas que gustan en Madrid, en las que el torero tira la moneda al aire y busca que caiga de cara.

Y fue a las primeras de cambio que aquel toro hondo, de amplio pecho, y corto de cuello, acudiera a los cites con prontitud y boyantía, el anhelado comportamiento que espera la gente que, tarde a tarde, acude a la plaza con la ilusión de ver un toro como "Hechizo".

Román lo hizo lucir mucho porque le dio distancia y lo citó de larga, muy a la manera clásica de toreros como el maestro César Rincón, cuya baza era el aguante y ese ver venir galopar al toro de lejos, como lo hizo este rubio torero de ascendencia francesa, que aguantó con firmeza esa locomotora viniéndose de lejos, y a la que plantó cara con gallardía.

Los redondos tuvieron dominio, colocación, temple, tratando siempre de ganarle la intención a un toro que embistió con esa bravura seca que emociona y mantiene el público en vilo. Y así fue sometiéndolo Román, con la autoridad de saberse triunfador de un escenario donde el año anterior atravesó la Puerta Grande por derecho propio.

La reciedumbre de la faena consistió en dejar ver al toro e imponerse, aunque al final la espada le haya jugado una mala pasada. Sin embargo, ahí quedó patente su entrega y esas ganas de que torero como Román terminen de cuajar en figuras para renovar el desgastado escalafón europeo, cargado de años y fatigas de muchos toreros que no ceden paso a los jóvenes.

Con el quinto trato de seguir en la misma línea de ambición, pero las condiciones del toro se lo impidieron. De cualquier manera, el valenciano ya se había mostrado.

La otra faena detallista de la tarde fue la que hizo José Garrido al tercero, un toro con clase, pero flojo, con el que el extremeño mostró esa condición de artista expresivo de aires rondeños. Qué buen concepto tiene el torero de los hermanos Garzón, sin duda.

Y así vinieron muletazos de excelente acabado, sintiendo lo que hacía, en los que pudo recrearse. Lástima que el toro no tuvo fuerza ni la transmisión suficiente para que aquello cobrara más vuelo. Pero ahí quedaron esas pinceladas de arte.

Joselito Adame afrontó una de sus tardes más desafortunadas en Madrid, y a pesar de que delante del toro que abrió plaza aguantó aviesas tarascadas, porque el de Fuente Ymbro embestía con violencia, la gente le exigió mucho que se colocara más cruzado, y fue hasta entonces cuando consiguió un par de series despatarrado, templando aquellas ásperas embestidas con el corazón. Pero al final, el ineficaz uso de la espada le granjeó la antipatía de un sector del público, y tuvo que tragarse esa amargura de no andar a gusto.

El cuarto tampoco sirvió, no obstante que Joselito le buscó las vueltas en una faena breve, sin calado en el tendido. Y luego se retiró cabizbajo, dolido de no poder estar a la altura de un difícil compromiso, hoy que actuó como primer espada y director de lidia.

Para su desgracia, tampoco el picador César Morales estuvo como se esperaba, y en su intervención en varas, con el quinto, fue desmontado hasta en dos ocasiones al perder el equilibrio cuando el toro le apretó hacia la grupa. Por fortuna, el experimentado picador de dinastía no sufrió daño alguno ya que en las dos ocasiones cayó de pie. Ni hablar, hoy fue una tarde gris para los mexicanos.

Ahí le queda a Joselito Adame una segunda tarde, el sábado 19 de mayo, con los toros de Alcurrucén con los que ha triunfado en distintas plazas de España. Ojalá que la suerte le ponga mejor cara que el día de hoy, donde le volvió la espalda.