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Ginés Marín corta la única oreja en GDL

Domingo, 25 Feb 2018    Guadalajara, Jal.    Felipe Aceves | Foto: Memo Sierra           
A un toro de la ganadería de La Estancia lidiado en tercer lugar
Menudo encierro trajo el señor Martínez Vértiz a la "Nuevo Progreso. De seis lidiados, cuatro con las orejas, que digo prendidas, apenas enhebradas con alfileres. Claro que hubo que realizarles muy bien las cosas –no olvidar la edad– y, como en el caso del cuarto de la tarde echar mano de mucha afición, templanza y buen toreo.

Eso fue lo que aportó Sebastián Castella –también sus alternantes– en su labor con “Amoroso”, un negro veleto astiblanco al que, de no haber sido por sus fallos con el acero, más el par de avisos y la tolerancia para el tercero, un par de orejas habría metido a la espuerta.

Luego de que el primero de su lote no le hizo honor a la familia, el compromiso con el segundo, no era cosa nimia. La calidad del de La Estancia fue evidente desde los primeros compases; también evidente fue la insuficiente potencia para llevar al toro hasta donde el mismo quería. Castella no se impacientó. Al contrario.

Sin perder los papeles ni el mando lo consintió, aún en los momentos en que su labor se deslucía al doblar el morito las manos. Pero cuando las cosas parecían concluir, se acordó el toro de su origen y bravura y cogió un segundo aire que Sebastián aprovechó a plenitud.

No era pródigo el recorrido; pero el francés capitalizó con redondos por ambos lados. Sin actitudes chabacanas, se puso en la línea de fuego para extraer, milímetro a milímetro, pases muy a la mexicana. Es decir, lentos, lentos, lentos. La plaza volcada con el esteta galo y a él se le vio contento por el aprecio de los tendidos.

Se volcó sobre el morrillo, para dejar una entera rinconerilla que no tuvo los efectos deseados y a sufrir con la espada corta. Nosotros junto con él. La faena fue larga y los avisos comenzaron a escucharse. El público le obligó a salir a recibir la fortísima ovación, y a dar una vuelta al ruedo de mucha importancia.

Con Octavio García “El Payo” hay que quitarse el sombrero. Al segundo de su lote, segundo en el orden, injustamente –según yo– el público le puso peros. Quizá porque era cariavacado, pero nada más. De hecho, y lo comentaba con mis compañeros de burladero, en esas hechuras –muy mexicanas– vi, hasta con menos kilos, lidiar una gran cantidad de astados. Eso sí, como éste, con su edad evidente. Pero a la parroquia le pareció poca cosa. Las protestas subieron de tono.

Ante ese ambiente hostil, el torero queretano realizó una faena que tuvo temple y hondura. Toreo suave por bajo en el tercio de muerte, para enredarse pronto en una serie con la izquierda que acalló –casi– todas las voces protestantes. Le siguieron series por derecha rematadas preciosamente con un cambio de mano a la zurda al inicio del de pecho, y ligado a ese natural, el remate barriendo los lomos. Fuerte se le jalearon. Remató el trasteo con sabroso toreo por bajo con la mano zurda que los tendidos aquilataron y celebraron fuerte. La mala noticia. Un pinchazo, media espada y el aviso. Silencio.

El quinto de la tarde fue otro gran astado. Aunque el de La Estancia no se prodigó en las telas humilló tanto que ensartó los pitones en la arena. En el tercio de muerte, el queretano empezó con toreo suave y mandón. El morito trató de irse a la comodidad de toriles, pero El Payo no lo dejó. Lo llevó a contra-querencia, y ahí se relajó el espada, para interpretar pases por ambos lados que tuvieron sabor, entrega, temple y hondura.

El clímax fue una serie de redondos con la mano diestra, rematada con un pinturero remanguillé. Con tino dejó que buscara la querencia natural, en donde sepultó una entera caída de efectos rápidos (sin derrame). La petición fue tumultuosa; pero usía –tal vez por la posición del estoque– no concedió el trofeo. Ardió Troya en serio. Coros y protestas ofensivos al palco. Una gran ovación al queretano y la exigencia de una vuelta al ruedo celebradísima.

El espada ibero, Ginés Marín coqueteó con la gloria. Puso saborear esas embestidas del toro mexicano que tanto se platican los coletas hispanos. “Chinaco” de nombre, éste bonito cárdeno, apretado de carnes, con trapío, se desplazó humillado desde los primeros compases lentos.

Las verónicas de Marín tuvieron sabor, pero no tanto como el quite de, una verónica del lado diestro, para enseguida dejar caer una punta por el lado izquierdo, ambos tan en cámara lenta, que arrancaron el ole más estruendoso de la tarde. Ya en banderillas, el toro se acompasó. Luego vinieron las embestidas nobles, con fijeza, con ese tiempo y temple mexicano. No dudo que Ginés le cogerá el ritmo –exacto– a estos ejemplares. Está a un pelín. La faena fue muy aseada, que a ese ritmo y velocidad no es cosa fácil. Entera de gran ejecución y oreja para el buen torero español. Del que cerró plaza, ni hablar. El lunar del encierro.

Anuncian para el sábado 10 de marzo, festival de aficionados prácticos. Juan Carlos Portugal, Alejandro Aceves y Patricio Pons. El domingo 11, toros de Javier Garfias, para Paco Ureña, Arturo Saldívar y Diego Silveti.

Ficha
Guadalajara, Jal.- Plaza "Nuevo Progreso". Tercera corrida de la temporada 2017-2018. Media entrada en tarde agradable. Toros de La Estancia, bien presentados, de variado comportamiento. Sebastián Castella: Silencio y vuelta tras dos avisos. Octavio García "El Payo": División y vuelta tras fuerte petición. Ginés Marín: Oreja y palmas.


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