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¡Gran tarde de toreros mexicanos!

Domingo, 30 Abr 2017    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: LM           
Joselito y El Payo fueron paseados a hombros
La corrida de hoy en Aguascalientes tenía un interés muy especial: saber si los tres espadas mexicanos del cartel eran capaces de llenar la plaza Monumental, que tiene un aforo para 16 mil personas. Y, de entrada, la mejor noticia fue ésa: que el coso se llenó de gente… ¡y también de arte!

Y en esta época en que varios empresarios han experimentado la ruina contratando hasta a dos figuras ultramarinas en una misma combinación, con este ejemplo tan fehaciente se darán cuenta de que sí se puede confeccionar un cartel como éste -compuesta Fermín Rivera, Joselito Adame y El Payo- y ofrecer un gran espectáculo al público.

Por supuesto que parte de este triunfo se lo llevó el ganadero Fernando de la Mora, al que le embistieron varios toros, y si bien es cierto que al encierro le faltó un punto de raza, saltaron a la arena ejemplares que permitieron el toreo de cante grande.

En dicho sentido, los toreros no desaprovecharon esa condición de los toros queretanos para expresar ese sentimiento de orgullo nacional que caló hondo en el tendido, donde el público gozó, feliz de la vida, hasta el final, con una simbólica salida hombros de Adame y El Payo, en un signo más de que aquí tenemos nuestra Fiesta, con su identidad propia, su idiosincrasia y su sentimiento.

Así que sólo hay que tomar los buenos ejemplos y dar rienda suelta a la imaginación, apostar fuerte y seguir consolidando esta magnífica generación de toreros mexicanos que ya se encuentra en su punto de ebullición.

La tarde comenzó a pedir de boca, con una primera faena de Fermín Rivera que resultó un portento de clasicismo. El potosino estructuró muy bien las tandas ante un toro noble, bueno, que le pidió su tiempo para acudir con entrega en cada uno de los recreados muletazos.

Bien colocado, y muy firme, Fermín toreó con suma suavidad, enganchando adelante al toro y llevándolo con despaciosidad en cada uno de los trazos, con la figura vertical y relajada. Abrochó las series con señeros pases de pecho, templados, de pitón a rabo, gustándose mucho.

Y así discurrió el trasteo, en medio del reconocimiento a tanta autenticidad, la de un torero que está en plena madurez y que ha sido constante y fiel a un concepto del toreo, ese que resulta siempre un atractivo referente para las nuevas generaciones.

El otro toro no le permitió redondear, y Fermín se lamentó no poder expresar en una tarde de este relieve. Sin embargo, ahí queda esa actitud recia y profesional que le valió el reconocimiento final de la gente, luego de la eficaz media estocada con la que finalizó su entonada actuación.

El ambiente quedó prendado con aroma a torería y se extendió con la valerosa faena que hizo Joselito Adame al segundo, un toro alto, bien armado y de complicadísimo comportamiento que acabó embistiendo con brusquedad.

Joselito sabía que no podía tirar por la calle de en medio, así que buscó hacerle faena, no obstante los frecuentes derrotes, varios a la altura del pecho, que le tiró este marrajo con el que el hidrocálido expuso una barbaridad.

Y como el destino es sabio, en contrapartida le puso en las manos al mejor toro de la corrida, el quinto, que fue un dechado de cadencia por el lado izquierdo. Así que por ahí se puso Adame a torear al natural con mucha suavidad, entendiendo al toro y compenetrándose con el público, que le coreo los muletazos con fuerza.

A los naturales se sumaron los redondos, y si hubo algunos enganchones de muleta, fue por ese regusto de torear despacio, intentando hacer las cosas con delicadeza, a lo largo de una faena que contó con unos maravillosos adornos, como fueron los cambios de manos y los desdenes.

A la hora de perfilarse para entrar a matar lo hizo a larga distancia, quizá queriendo deletrear una estocada a un tiempo, con tan mala suerte que señaló un metisaca contrario que causó desencanto en el tendido. Pero segundos después, repitió la suerte, a una distancia un poco más corta y ahora sí, consiguió la estocada que le valió el corte de una oreja con fuerte petición de la segunda.

El Payo ya había hecho una primera faena valiente, templada, delante de un toro que se frenaba, y con el que se la jugó en repetidas ocasiones, pues le puso los muslos por delante y luego tiró de él con mucha cadencia y ritmo, en muletazos de fino acabado.

Del arrimón al arte, así se podría resumir esta tarde de Octavio en Aguascalientes, ya que a pesar de la sosería del sexto, él toreo con un regusto impresionante, acompañando las embestidas con todo el cuerpo, pisando la arena con seguridad, y demostrando que esta expresión artística está teniendo cada vez más poso, más hondura.

Una estocada de buena ejecución le valió el corte de una oreja, y al margen de ese trofeo, que al final no refleja la importancia de su toreo, se animó a salir a hombros en compañía de Joselito Adame, en un hecho que ya no se veía, porque ahora se tiene la costumbre hispanizada de izarlos sólo cuando cortan dos orejas, sin que eso en México se establezca en ningún reglamento.

Qué interesante resultaría un mano a mano entre estos dos toreros, pues se trata de artistas complementarios, dueños de una tauromaquia distinta, que ahora se encuentra en el mejor momento. A ver si algún empresario aprovecha este momento magnífico por el que atraviesan y nace, entonces, una rivalidad que podría dar realce a varias corridas.

Y esa imagen, de los dos toreros a hombros, en medio de la algarabía del público, todos salieron de la plaza toreando, entusiasmados con esta demostración de entrega y arte que ahí queda a lo largo de una extraordinaria feria de San Marcos, una de las más brillantes de los últimos años.

Ficha
Aguascalientes, Ags. – Octava corrida de feria. Lleno, en tarde calurosa, con lagunas ráfagas de viento. Toros de Fernando de la Mora, armoniosos de hechuras, salvo el 2º., de juego variado, de los que destacaron 1º. y 5º., éste premiado con arrastre lento. Pesos: 519, 540, 534, 543, 518 y 518 kilos. Fermín Rivera (negro y oro): Ovación y silencio. Joselito Adame (granate y azabache):Palmas y oreja con petición. Octavio García “El Payo” (gris perla y oro): Ovación y oreja. Incidencias: Felipe Kingston sobresalió en la brega, y Alejandro Prado con las banderillas.


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