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Tauromaquia: Mexicanos en Sevilla

Lunes, 24 Abr 2017    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
Un breve recuento del paso de los nuestros por La Maestranza

Sevilla y los mexicanos

Pudiera pensarse que la Real Maestranza, por la sensibilidad y el gusto de los sevillanos por el arte, sería el marco ideal para que aflorara con profusión el sentimiento mexicano del toreo. Pero otra cosa dice la historia. Y eso que, al mezclarse con la leyenda, informa que en el coso del Baratillo hubo una placa, conmemorativa de la faena de Rodolfo Gaona a “Desesperado”, de Gregorio Campos (21-04-12), en la primera feria de abril en que el Indio Grande participó. Como al año siguiente ni figuraría en los carteles del abono, reapareció en 1914 –fue primer espada el día de los miuras ante los que se consagró Juan Belmonte (21-04-14)–, y cortó una oreja en la feria del año 18.

A Luis Freg, en cambio, no le valió para volver a Sevilla la gesta de estoquear por lo alto a un marrajo de Gamero Cívico luego de sufrir un volteretón: querían sacarlo en hombros pero pidió que mejor lo llevaran a la enfermería, donde los médicos apreciaron una cornada de 25 centímetros, penetrante de vientre, de la que salvó la vida por milagro (06-06-1912). 

Tras un largo paréntesis, en 1930, se adueñarían de la Maestranza dos novilleros aztecas; Jesús Solórzano y Alberto Balderas (que le cortó el rabo a un Guadalest); Chucho se hizo matador en su albero (29-09-30), pero sólo una vez más volvió a pisarlo. Y hay más: Armillita consiguió debutar en Sevilla ese mismo año, cuando llevaba ya cuatro temporadas en España. Y sus actuaciones en La Maestranza, a lo largo de tres lustros, no pasaron de siete, incluido clamoroso corte de rabo a un ejemplar de Manuel González alternando con Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez (03-06-45).

Al año siguiente, iba a redondear Fermín un triunfo de tres orejas (15-08-46), mismo abono en el que Carlos Arruza, por San Miguel, obtendría cuatro: El Ciclón hizo seis paseíllos en La Maestranza y siempre tocó pelo (10 orejas en total, y un rabo en un festival). Una tarde de 1968, encartelado con los sevillanísimos Manolo Vázquez y Curro Romero, a Alfredo Leal le hicieron dar cinco vueltas al ruedo en desagravio porque el presidente le había otorgado una solitaria oreja cuando la plaza entera reclamaba las dos y hasta el rabo de un ejemplar de Concha y Sierra (28-09-68). Leal volvió, sin éxito, para la feria del 69.

Estamos hablando de una constante, que se ha mantenido por más de un siglo: toreros mexicanos que alcanzaron concluyentes victorias en Sevilla, sin que eso se reflejara en un trato más ajustado a su buen desempeño por parte de sucesivas empresas maestrantes.

Más de lo mismo

Por abundar en el ejemplo, David Liceaga, Carnicerito de México y El Soldado, de promisorios éxitos novilleriles a principios de la década del 30, no volvieron a Sevilla de matadores; menos aún Lorenzo Garza, a quien no le favoreció la fortuna en su única tarde ahí. Tampoco pasaron de una actuación El Calesero –a pesar de lo cual le hicieron un festival-homenaje ya retirado (18.10.80)–, Antonio Toscano (05-06-47: orejas por la mejor faena de ese año en la Maestranza), Antonio Velázquez, para quien hubo incluso petición de rabo (22-05-52) y, sin mayor lucimiento, Manolo Martínez (19-04-78). 

Entre los mexicanos orejeados en Sevilla hay que contar a los novilleros Eduardo Liceaga, Antonio Rangel, Jaime Bolaños, Carlos Barrón, Miguel Ángel García –gravísimamente herido el 02-05-54–, Jaime Bravo, Gabino Aguilar reiteradamente, Mauro Liceaga y Sergio Flores; Joselito Huerta, tras triunfar varias veces de novillero, tomó allí la alternativa (29-09-55) y siguió cortando orejas de matador –lo apadrinaba Juan Belmonte, tal vez por eso encontró cabida en más carteles–; y pasearon dos apéndices Fermín Rivera (01-04-45), Juanito Silveti (15-08-54), Jesús Córdoba –triunfador de la feria abrileña de 1953, tres orejas en dos tardes, incluida la de Miura, y una más por San Miguel, para no volver al dorado albero– y Curro Rivera, que con tres auriculares de los de Bohórquez abrió la Puerta del Príncipe en su presentación (18-04-71) y sólo participó en dos ferias. 

Así llegamos a Joselito Adame, que debutó cortándole la oreja a un correoso ejemplar del Conde de la Maza (16-04-12), no apareció en los carteles de 2013, sí, por dos veces, gracias a la ausencia de los rebeldes del G-5, en 2014 –oreja del 6o. de Victoriano del Río y buena enjabonada a Ponce y Castella la única vez que alternó con figuras (09-05-14)–, una corrida y nuevo corte de apéndice al año siguiente, de un jabonero de Cayetano Muñoz (15-05-15), más otro festejo segundón el año pasado, limitados esta vez sus premios a una vuelta al anillo por culpa de un espadazo caído. Total, en cinco festejos, cuatro faenas bien cuajadas y redondeadas, para cobrar tres orejas y perder alguna más por el estoque.

¡Y ayer, otro triunfo!

Fiel a su norma, Joselito paseó ayer la oreja del tercero de Fuente Ymbro, toro nada fácil y rajado al final. Todo lo que hizo el hidrocálido –también al sexto– estuvo presidido por torería de la mejor especie, ésa que aúna inteligencia lidiadora, severidad de trazo y exposición al límite. Y claro que los sevillanos saben reconocerlo (otra cosa son las empresas). No respondió el encierro de Ricardo Gallardo, salvo un gran quinto toro con el que El Cid tuvo una especie de resurrección, muy arropado por sus paisanos.

Aprovechó, sobre todo, el gran pitón izquierdo del morlaco y le cortó la oreja. Menos afortunado en el reparto, Diego Urdiales –a quien nos quedamos con las ganas de volver a ver en México– sólo pudo ofrecer detalles de su depurado y personal concepto del toreo clásico.    


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