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La recia hombría de El Payo

Sábado, 22 Abr 2017    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín -Miranda           
Viene a dejar en claro esa vocación torera que le hierve en la sangre

Una exultante demostración de pundonor fue la que El Payo dejó esta tarde sobre la arena de la Monumental de Aguascalientes, al zumbarse, literalmente, al sexto toro de Begoña, un ejemplar cárdeno, de comportamiento rabioso, que le pidió el carné y terminó rendido al poder del queretano, que con esta faena viene a dejar en claro esa vocación torera que le hierve en la sangre.

Y a base de valor, seguridad y arrojo, acabó imponiéndose al cortar dos orejas para cosechar la primera puerta grande de la Feria de San Marcos, que hoy explotó de emoción al final de una corrida con diversos matices interesantes para el comentario.

Por principio de cuentas, la digna y entonada actuación de Fabián Barba, que estuvo siempre en torero, inteligente y hasta arista en algunos momentos con el toro que abrió plaza, un ejemplar bonito de hechuras, por bajo y agradable de cara, que le permitió al hidrocálido andar muy a gusto.

Pero no sólo fue eso, sino torear con ritmo y naturalidad, entendiendo el sitio en el que debía colocarse y tratando de que cada muletazo tuviera temple, cadencia, sin importar que a veces el toro embestía a media altura. Y así construyó Barba una faena vistosa y bien estructurada que remató de una estocada fulminante que le valió el corte de una oreja de peso.

Consciente de que era preciso arrear en el cuarto, Fabián trató de esforzarse con un toro aldinegro que terminó parándose y defendiéndose, y ahí sí ya no hubo demasiadas opciones de lucimiento, hecho que lo privó de calar todavía más hondo entre el público.

Sin embargo, ahí queda esa forma de andar por el ruedo, y unas maneras de auténtico primer espada que puede encabezar cualquier combinación. Fabián Barba es un torero muy interesante que tiene mucho por ofrecer. Ojalá que se le brinden más oportunidades, pues se lo merece.

José Mari Manzanares no estuvo cómodo con el segundo de la tarde, un toro negro, corniapretado, que se vino arriba en los primeros compases de la faena y acabó complicándole las cosas al torero.

Sólo en una serie de redondos alcanzó a centrarse, pero cuando el toro marcó su querencia más próxima al tercio, frente al palco de la empresa, el hijo del recordado maestro alicantino, tiró por la calle de en medio con una actitud apocada y con la mente clavada en Sevilla.

En el quinto, un toro salinero, de un pelaje menos encendido del que suele tener esta espectacular capa, José Mari mostró otra cara: la de la entrega, y recibió con enjundia al toro al que dio un animoso ramillete de verónicas. La gente agradeció este detalle y más adelante lo alentó a lo largo de una faena en la que sudó la ropa, pues el de Begoña no era fácil y había que estar muy fino en los toques, las alturas del engaño, y la colocación, para meterlo en la muleta.

En algunas series, José Mari consiguió llevarlo embebido y toreó con emoción, mientras el toro embestía con fuerza, topando, y sin regalar una sola embestida. Y así discurrió el trasteo, por buen camino, hasta que los fallos con el descabello emborronaron esa buena imagen que había dado y que, en cierta medida, trató de resarcir ese escaso compromiso que había manifestado con el primer toro de su lote.

Saltó a la arena el sexto, un toro que, a juzgar por sus hechuras, daba la impresión de provenir del encaste Santa Coloma. Desarrolló un comportamiento muy enrazado, que por momentos se trocó en genio, pues echaba las manos por delante y rebañaba debajo de las pantorillas de El Payo cuando éste remataba las tandas de muletazos por alto.

fOctavio jamás se arredró, sino que fue imponiendo su ley, el toro terminó reconociendo que no podía con aquello y eso motivo una faena arrebujada, a veces eléctrica, pero con un amor propio de esos que hablan de la mentalización de un torero.

En eso residió, precisamente, el valor de esta faena que se llevó a cabo frente al palco de la empresa, ahí donde el toro acabó sometido. Y cuando se antojaba que la estocada iba a ser difícil, porque el de Begoña podía amagar y tirar luego un fuerte derrote, El Payo se echó encima con una enorme determinación y le metió la mano hasta las cintas, en una estocada casi "a toma y daca" que hizo doblar al toro con prontitud.

No se entiende que un sector del público le haya protestado a Octavio la concesión de un segundo trofeo, sobre todo después de esa forma tan honrada en la que se la jugó. Pero eso importa poco cuando un torero sabe dónde está parado y hacia dónde se dirige. El Payo se guardó las orejas en el chaleco, ahí cerquita del corazón donde latió su entrega, y dio la vuelta al ruedo satisfecho tras el deber cumplido.

Así fue como se abrió hoy la puerta grande por primera vez en esta Feria de Aguascalientes, luego de una corrida donde la emoción y el valor fueron los principales ingredientes de un festejo que motivo a que el ciclo siga, como hasta ahora, yendo hacia arriba.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Tercera corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada, en tarde de calor bochornoso. Toros de Begoña, desiguales en hechuras y comportamiento, de los que destacó el 1o. por su nobleza y el 6o. por su raza. Pesos: 506, 508, 502, 535, 531 y 529 kilos. Fabián Barba (rosa mexicano y oro): Oreja y silencio. José Mari Manzanares (burdeos y oro): Silencio y división tras aviso. Octavio García "El Payo" (lila y oro): Pitos y dos orejas con algunas protestas. Incidencias: Destacó en banderillas el aspirante Heiddeger Chávez, que saludó en el 5o.


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