El primer ciclo continuado de corridas comenzó con un gran ambiente, y el triunfo de dos toreros de casa: Arturo Macías y Luis David Adame, que cortaron una oreja por coleta. Y en medio de la noble entrega desplegada por los dos hidrocálidos, también brilló la de Morante, que estaba feliz de regresar a esta tierra y deseoso de su huella torera.

De tal suerte que la corrida celebrada hoy en la Monumental, no sólo dejó esos registros estadísticos, sino también una estela de torería y regusto de un artista como el sevillano, que está mentalizado y con ganas de permanecer en estado de gracia.

Porque ni siquiera tuvo reparo José Antonio en torear la corrida de Villa Carmela que sustituyó a la de Teófilo Gómez, su divisa talismán, y afrontó el compromiso con la sencillez del que está seguro del momento anímico tan favorable por el que atraviesa, en este año en que cumple dos décadas de haberse doctorado.

Así que si Morante puso la clase y la elegancia, delante del toro que abrió plaza, y abrevió con el complicado cuarto, no se quedó con las ganas de regalar uno sobrero de la divisa queretana, lo que provocó una cálida ovación de agradecimiento de un público que quería verlo torear cómo sólo él sabe hacerlo.

Y con ese toro, lidiado en séptimo lugar, Morante dejó pinceladas de ese empaque natural tan añejo que le brota del alma; pasajes de tersura, muleta retrasada y temple que fueron todo un deleite para los sentidos, como aquel desdén al paso, andando, que fue un lujo.

Morante se marcha de Aguascalientes rumbo a Sevilla tras un viaje relámpago en el que no estuvo de trámite; por el contrario, vino a torear y, aunque sin toros para triunfar, dejó esa estela de sensibilidad que deleita.

Arturo Macías firmó una segunda faena intensa, con tandas de redondos largos que gustaron mucho a la gente. Y ya desde el precioso quite por saltilleras que le hizo al primer toro de su lote, se notó que venía a poner todo de su parte para salir triunfador de ésta, su primera comparecencia en el ciclo sanmarqueño.

Una estocada contundente le valió el corte de esa oreja del quinto, para igualar así a Luis David, que mostró su frescura, dotada de una agradable variedad capotera, y un toreo de buen calado entre el público, que lo alentó siempre como debe alentarse a los toreros jóvenes que quieren colocarse, sin importar el paisanaje.

El hermano menor de Joselito tiró del toro con autoridad en una faena maciza, donde la estructura, el valor y las pausas, fueron determinantes para sacar provecho al de Villa Carmela, otro de los toros que colaboró -aunque, ciertamente, a medias- para que surgiera el toreo con esa espontaneidad de otro Adame que viene pisando fuerte.

Y al final, aunque faltó ese triunfo más redondo por parte de los toreros, y aún nadie abre la puerta grande, la feria mantiene el interés y las buenas vibras, a la espera de que en estos días de toros y pasión, el entusiasmo acabe por ir en aumento. Por ahora… "ahí queda eso", diría Morante.