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Sedientos de un gran triunfo

Domingo, 02 Abr 2017    Ciudad de México    De Labra | Foto: Sergio Hidalgo          
Ante lotes de distinta condición, de la ganadería de San Marcos
La corrida de finalistas de la Temporada "Sed de Triunfo" repitió el esquema de tardes anteriores, en las que se vieron algunas cosas dignas de contar, como fue esa primera faena de Fabián Barba al toro que abrió plaza, o la que hizo Juan Luis Silis al sexto, que malogró con la espada.

En medio de la experiencia de uno y el entusiasmo del otro, Pepe Murillo no tuvo los recursos suficientes para salir a flote, no obstante que trató de hacer su mejor esfuerzo ante los toros de San Marcos -de los tres hierros de la casa jalisciense, pues también se lidiaron con la marca de San Mateo y San Lucas-, que envió una corrida bien presentada, al parecer muy abierta de sementales, ya que los toros tenían sus diferencias de hechuras, y en la que salieron un par de ejemplares de buena nota.

Los muletazos de Silis al sexto, que sin humillar y emplearse en la muleta, sí que tenía nobleza, le llegaron a la gente que se identifica con este torero de la legua, que ha sufrido la crudeza de su profesión y que anhela recibir más oportunidades.

En contraparte, Barba demostró otra vez que no necesita más recomendaciones que la solidez de su claridad de ideas, siempre al servicio de un torero que tiene aquello que llamaban antes "escuela", y que sabe andar por el ruedo con torería. De tal suerte que lo suyo sería que Fabián recibiera mayores -y mejores- oportunidades, mientras que Silis se afanara en ver si este tanque de oxígeno le permite dar algunas bocanadas de aire fresco.

Y ya desde que se abrió de capote, el torero capitalino demostró su entrega, esa que tanto agradece el público, independientemente de los procedimientos para encontrar el triunfo. En este caso fueron los sabrosos muletazos al sexto, que Silis dio con su característico estilo, en la cuerda técnica de esos maestros de los sesentas y setentas que ya nada se parece al toreo de hoy.

Pero como todo lo hace con actitud, los espectadores le respondieron y estaban deseosos de que le metiera la espada a ese cárdeno que cerró la función para ver si con ello remarcaba su posición dentro de este concurso de selección cuyo extraño formato no agradó a todos.

Porque al final, y quitando las durísimas cornadas sufridas por Antonio Romero y Gerardo Adame, que los dejaron casi inéditos, pero que sabemos que valen, huelga decir que Barba merecía una tercia desde un principio, y que a Silis le había quedado a deber la empresa anterior el contrato de su confirmación. Así que los dos bien pudieron haber participado en un festejo con más posibilidades desde un principio, en una tercia.

Lo demás es un relato bien conocido: ¿Cómo van a estar bien los toreros viniendo a matar un toro con cuajo si no han toreado? Y desde luego que resultó importante el experimento, porque siempre será honesto dar las gracias a la empresa por abrir puestos a otros toreros, pero es necesario revisar el formato de "oportunidad" para que al final no lleguemos a la misma conclusión, sino que se den más sorpresas de cara a futuros carteles con toreros que lo son, que se esfuerzan a diario y, aunque la mayoría torean de vez en cuando, sí tienen posibilidades de avanzar. Y los que no, pues a su casa. Así se termina de una vez con ese paternalismo de ciertas empresa al empeñarse en promover las causas perdidas, y que el esfuerzo se concentre en ayudar a los que realmente sirven. Es preciso concentrar el apoyo. Dará mejores resultados.

Volviendo a los hechos, cabe resaltar la disposición de Silis con el lote más desigual en juego, pues el primer toro, un castaño de imponente trapío, se defendió tras la descompuesta lidia que le dieron en banderillas, y terminó desarrollando sentido.

En cambio el otro, sí que le permitió recrearse en una faena templada, larga, con redondos de cabeza apoyada sobre la hombrera y ese procedimiento anticuado que sigue vigente por el hecho de que, en México, la gente es muy receptiva al sentimiento de los toreros. Y eso fue lo que derrochó Silis, con todas sus limitaciones a cuestas. Lástima que no lo mató, porque eso hubiese valido para recalcar su entrega. Pero no importa. Ya veremos si su paso por La México le abre otras puertas. No lo tiene fácil.

De Murillo se puede apuntar poco. Su primer toro, un remiendo del hierro de Valparaíso, que tuvo calidad, duró diez muletazos y se terminó echando. El otro, corrido en quinto lugar necesitaba un torero con más rodaje. No hay que olvidar que en diez años de alternativa, el hijo del matador tapatío del mismo nombre, habrá sumado poco más de 20 corridas. Es decir, un promedio de dos fechas al año. Y así resulta muy difícil estar bien.

Cuando el cuarto metió bien la cara en le capote de Barba, los escasos aficionados que había en la plaza se frotaron las manos. Sin embargo, el toro no tenía fuerza y duró poco, terminó defendiéndose y al hidrocálido no le quedó más remedio que pasarlo de muleta con más oficio que lucimiento.

Como agua de borrajas transcurrió esta campaña que dejó sediento el público de un triunfo de más calado.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Cuarta y última corrida de la temporada "Sed de Triunfo". Unas mil 800 personas en tarde soleada y calurosa, con intermitentes ráfagas de viento. Cinco toros de San Marcos, bien presentados, disparejos en hechuras y juego desigual, de los que destacó el 6o. por su nobleza y el 1o. por su raza.Y un remiendo de Valparaíso (2o.)., con calidad, pero inválido. Pesos: 502, 538, 510, 545, 513, 540 kilos. Fabián Barba (azul purísima y oro): Ovación y silencio. Pepe Murillo (gris perla y oro): Silencio y pitas al saludar. Juan Luis Silis (lila y oro): Silencio y vuelta con algunas protestas. Incidencias: Destacaron en banderillas Gerardo Angelino y Pascual Navarro "Pascualet", que saludaron en el 2o. y el 5o., respectivamente. Al final de la lidia del 3o. se retiró como torilero José Ignacio Flores, tras 62 años de servicio.


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