Banners
Banners
altoromexico.com

Anecdotario de Giraldés: Lluvia de cojines

Viernes, 20 Ene 2017    Tijuana, B.C.    Valeriano Salceda   
...cayeron cientos de cojines al ruedo y también de insultos
En algunas ocasiones, los grandes toreros no logran complacer al público y acaban siendo abroncados por quienes fueron a la plaza con la ilusión de verlos triunfar. No hay un solo as del toreo que no haya tenido una tarde complicada, difícil o, en mucho casos, de fracaso total.

Las broncas siempre han sido proporcionales a la importancia y la categoría del torero que las provoca. A las figuras consagradas, en todas las épocas del toreo, se les ha exigido más… y en muchas ocasiones sin tener en cuenta las condiciones del toro con el que han estado mal. El público no se detiene a observar el comportamiento del animal y es entonces cuando se deja llevar por la pasión.

En México, durante mucho tiempo, se hicieron toda clase de comentarios sobre una de las broncas más memorables que se han registrado en la historia del toreo de nuestro país.  Fue aquella que protagonizó Luis Castro "El Soldado" en la plaza de la colonia Condesa, la tarde del 11 de enero de 1942.

Esa corrida había despertado mucha expectación, pues El Soldado se enfrentaba, mano a mano, nada menos que con el maestro Fermín Espinosa "Armillita", con toros de San Diego de los Padres. El público acudió en gran número a la plaza porque se trataba de un cartelazo.

Los toros de la divisa roja y blanca desarrollaron mucho sentido y presentaron múltiples problemas. Armillita lidió con su asombrosa maestría a los tres ejemplares de su lote, y se los quitó de enfrente sin despeinarse.

Cuando apareció en el ruedo el último de la tarde, la gente estaba muy molesta, como suele suceder en corridas de las que mucho se espera y poco se ve.
El Soldado, ante un toro que no ofrecía posibilidades de lucimiento, toreó a prudente distancia, sin ajustarse, y después de ocho o diez muletazos entró a matar para sorpresa de los presentes, que se tomaron a mal esta decisión del torero de Mixcoac.

Luis señaló un pinchazo y, de repente, sucedió algo inesperado, y posiblemente único en la historia del toreo: ¡El Soldado se metió a un burladero y desde ahí comenzó a largar mandobles al toro! Los pinchazos se sucedieron unos a otros, mientras la ira de la gente era mayúscula. Cayeron cientos de cojines… y de insultos. Pero Luis seguí ahí, refugiado en el burladero, con el toro amorcillado delante suyo, y arriba la tremolina era gigantesca.

Muchos años después de este inolvidable suceso, le pregunté a Luis porqué se la había ocurrido hacer eso, y me dijo: "Estaba yo muy cerca de las tablas cuando cayó el primer cojín. El espectador que me lo lanzó les decía a quienes estaban sentados junto a él que me tiraran más cojines; vamos, los alborotó, y a mí se me ocurrió decirle: Óyeme, tal por cual, ¿quieres que caigan cojines? ¿Eso quieres?¡Pues te voy a dar gusto… van a caer todos!"

A las pocas semanas, el 15 de febrero, repitieron a Luis Castro “El Soldado” en El Toreo. El ambiente era hostil, aunque también tenía sus muchos partidarios, y comenzó su segunda faena parado sobre un cojín al toro "Veracruzano", de San Mateo, al que le tumbó el rabo. Era la forma de pedir perdón de este torerazo mexicano, de mucha raza en el ruedo y tremenda simpatía en la calle.


Comparte la noticia


Banners