Banners
Banners
altoromexico.com
Banners

Tauromaquia: Ciencia y toro mexicano

Lunes, 16 Ene 2017    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
"... de la mayor urgencia determinar qué se ha hecho mal..."
A mediados del año pasado se difundió ampliamente el resultado de una acuciosa investigación acerca del genoma del toro de lidia mexicano, llevada a cabo por la doctora en veterinaria Paulina García Eusebi. Su principal y más sonada conclusión era que existe en nuestro país, como resultado de más de cien años de cruzas zootécnicas entre los diversos encastes importados de España, una raza bien definida que se puede considerar exclusiva y propia del campo bravo nuestro.

La doctora García Eusebi, tras un trabajo de campo y de gabinete minuciosamente programado y llevado a cabo, comparó los resultados obtenidos con los de un estudio similar y precedente, efectuado con muestras de la cabaña brava española, mediante el cual pudieron determinarse los genomas específicos de las principales ramas de la ganadería peninsular. Y han sido éstos los que, utilizados como referencia, llevaron a la investigadora de la Universidad Complutense a la conclusión mencionada: el genoma del toro de lidia mexicano corresponde a un desarrollo particular, producto del cual es una cepa de riqueza genética propia e irrepetible. Por este solo hecho, y según los estatutos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de observancia mundial, los bóvidos que pastan en nuestros campos se harían acreedores a protección por parte de los gobiernos de todos los estados miembros de dicha organización. Y México es uno de ellos.

Un estudio fascinante

La labor de la investigadora mexicana –contratada para el efecto por Secretaría de Agricultura Ganadería, Desarrollo Rural, pesca y Alimentación (SAGARPA)– se desplegó durante más de un año a través del campo bravo mexicano con el apoyo de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL). Pudo obtener así, una ingente cantidad de muestras en qué basar su investigación en 20 de las principales ganaderías del país, con acceso adicional e indispensable a los libros donde cada criador lleva el historial de cada una de sus cruzas y productos a través del tiempo, así como de los resultados de las tientas y el comportamiento pormenorizado de los toros y novillos que ha lidiado en las diversas plazas de nuestra república y el extranjero.

Con base en dicha información documental, la doctora Garcia Eusebi trabaja ya en una segunda parte, relativa a características como casta, bravura, genio, humillación, fijeza, fuerza, sosería y las restantes que definen el comportamiento de los astados durante su lidia, en un esfuerzo por identificarlas al interior del ADN de los mismos. Según mi leal saber y entender, esta fase de su investigación es la que mayor importancia taurina reviste, dada la situación de decadencia que con poquísimas excepciones acusa en las últimas dos décadas –por lo menos– la cabaña "brava" mexicana.

Hipótesis de trabajo

Efectivamente, es de la mayor urgencia determinar qué se ha hecho mal en los últimos tiempos en perjuicio de los hatos ganaderos del país, donde la casta, el poder y la bravura dejaron de ser características propias del ganado de lidia nacido y criado en territorio nacional para convertirse en vaporosas entelequias del pasado. Y ésta debiera ser la premisa mayor de cualquier indagación acerca de la conducta de las reses, al grado que apenas las hay que admitan un mínimo castigo en varas –indicio de una precoz declinación física, cuyas causas convendría  investigar con el mayor cuidado–, sistemáticamente acompañada por unas condiciones del temperamento de los ejemplares lindantes en la más bucólica y pacífica mansedumbre. Su correlato, tanto en el genoma racial como en los criterios de selección reflejados en los libros de tienta, arrojaría otros tantos datos que son de indagación urgentísima si queremos que nuestra Fiesta sobreviva.

El propósito de contar con tan valiosa información sería, naturalmente, corregir de inmediato todo lo que haga falta, a sabiendas de que los resultados sólo podrán apreciarse a mediano y largo plazo.

Algunas preguntas indispensables

Como cualquier trabajo de investigación científica debe estar orientado por objetivos bien claros, el de la doctora García Eusebi buscaría respuestas a ciertas preguntas vinculadas a la hipótesis de base, centrada en torno al pobre comportamiento del post toro de lidia mexicano. Entre las imprescindibles se encontrarían sin duda las siguientes:

¿Cuánto cuesta hoy mantener una ganadería en general y un toro cuatreño en particular (considerando alimentación, asistencia sanitaria, empleados de servicio y gastos fijos a prorratear… considerando las variaciones geográficas y de extensión de cada vacada que sean del caso)?

¿Cuál es la relación superficie verde/cabeza de ganado?

¿El criador atiende personalmente su ganadería o delega esta responsabilidad en terceros y es, por tanto, el clásico "ganadero de asfalto"? 

¿Qué número de reses desecha cada hierro como resultado de los trabajos de selección y tienta, y qué porcentaje representan (aquí convendría graficar el historial de estos datos, globalmente y por ganadería)?

¿Qué virtudes prioriza el criador durante la tienta? ¿Y cómo influye este criterio en las cruzas y empadres que programa?

¿Existe alguna relación entre las calificaciones que el ganadero adjudica a sus reses y las observaciones de la crónica especializada para cada corrida que lidia (en el país, con énfasis en las 5-6 plazas principales? ¿En qué casos existe aproximada coincidencia y en cuales otro cada parte "vió" cosas, y hasta corridas, diferentes?

Lo que atañe a los medios

Ya la pregunta anterior lleva a considerar si las reseñas de los cronistas, comentaristas y críticos taurinos que vamos quedando efectivamente registran con la debida solvencia y detalle las características de cada uno de los toros y el comportamiento de la corrida en su conjunto. Como esto, en México y actualmente, muy pocos lo acostumbran, habría que separar con sumo cuidado un corpus representativo de las reseñas y periodistas realmente confiables, lo cual elimina de un plumazo a prácticamente toda la publicrónica.

Adicionalmente, es necesario solicitar de los toreros, en las entrevistas a pie de estribo y posteriores, que sean lo más específicos y sinceros que les sea posible al referirse a las condiciones del animal que acaban de estoquear. O los de la corrida de referencia.

Claro que, si las respuestas de los coletudos son de por sí reticentes al respecto, con las de los señores ganaderos el asunto se complica todavía más. Cualquier periodista del medio conoce de antemano lo que ellos acostumbran aseverar cuando uno platica con el criador de turno al finalizar una corrida cualquiera: le hablan sin parar del caudal de cualidades que solamente ellos han sido capaces de ver en sus normalmente apagados y enémicos pupilos; hasta llegan a ponderar la "brava" pelea en varas (¡) de astados que uno ha visto reservonear o repucharse con descaro, y salir completamente aplomados del puyacito simulado al uso. O de que el matador en turno "no entendió" lo que había que hacer para aprovechar las innumerables cualidades de uno de tantos mansos.

Para que los torcidos derroteros por donde discurre la ganadería brava mexicana pudieran corregirse sería menester, primero que nada, que los propios dueños reconocieran el daño y tuvieran interés en corregirlo. Pero ante el riesgo de convertirnos en estatuas de sal si nos sentarnos a esperar que tal cosa suceda, toca al periodismo competente plantearse una investigación formal y seria acerca que nos conduzca a conocer algunas respuestas inevitables. Las derivadas de preguntas como las siguientes.

Colofón

La segunda parte de la notable y muy agradecible investigación de la doctora Paulina García Eusebi, sobre las bases que vengo planteado, le debe sonar al aficionado curtido como utopía ingenua, casi una carta a los Reyes Magos. Pero la disyuntiva es ésta: el Estado mexicano se encuentra obligado, por su vinculación con la FAO, a proteger al toro de lidia, para lo cual es indispensable la supervivencia de las corridas de toros; pero para que la corrida sobreviva, habría que revertir su evidente y progresiva decadencia, provocada directamente por el post toro de lidia mexicano, independientemente de la exclusividad racial de su ADN. Las conclusiones, por cuenta del lector.


Comparte la noticia


Banners
Banners