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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 05 Ene 2017    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...Por ahora no se conoce el alcance que este reprobable acto pueda...
El arranque de ira de Emiliano Gamero y la brutal paliza que le dio a uno de sus caballos en la plaza de Durango, se ha convertido en un asunto muy desagradable que no se puede pasar por alto, luego de que ha sido un tema tan comentado en las redes sociales.

Por ahora no se conoce el alcance que este reprobable acto pueda significar en el futuro inmediato de su carrera, ya que su imagen pública ha quedado por los suelos. Y no obstante las disculpas ofrecidas más tarde, a través de una valiente carta en la que Gamero ha reconocido su grave error, el daño ya está hecho y habrá que esperar las consecuencias.

Al margen de este deleznable suceso, quizá lo más llamativo sea la forma en que las redes han vuelto a convertirse en ese implacable verdugo de una persona. Esa vulnerabilidad en la que vivimos hoy día, desnudos ante la escasez de privacidad, resulta también alarmante, y más aún la forma en que muchos usuarios de las redes muestran su cara más perversa e incendian de violencia otras conciencias.

Si es verdad que muchos aficionados, y con justa razón, han criticado el acto cometido por Gamero, los antitaurinos no han desaprovechado la ocasión para lanzar todo su enfado en contra del caballista.

Y las acostumbradas falacias al respecto de hechos que no están comprobados, como ese que afirma que el rejoneador mató en cierta ocasión a uno de sus caballos "dándole una estocada en el corazón", se equiparan a aquella gran mentira difundida maliciosamente de que El Pana "se arrepentía de haber sido torero".

Ambas resultan irrisorias. Sin embargo, a río revuelto, sólo dejan mal parado al toreo, reflejando una realidad distinta a la que los antitaurinos se empeñan en hacer parecer ante cualquier circunstancia propicia para el ataque.

Esta forma de proceder es el mejor caldo de cultivo para generar más odios y resentimientos en una sociedad cargada de recelo, que atraviesa por una crisis de valores donde en determinados casos resulta difícil poner cada cosa en su verdadera dimensión.

La decisión del matador Femín Espinosa "Armillita" de desvincularse de Emiliano Gamero en su faceta de apoderado, sólo atiende a un asunto personal que deja todavía más al descubierto al rejoneador capitalino, que ahora tendrá que hacer un inteligente "control de daños" para que su carrera no sucumba ante una actitud violenta que no puede ser tolerada, pero que tampoco debe ser satanizada.


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