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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 17 Nov 2016    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Opinión   
...las empresas tendrían que aplicar una máxima que afirma...
Ahora que la fiesta de los toros se reactivó de manera significativa en diversas plazas del país, las malas entradas han sido un denominador común que obliga a la reflexión, sobre todo si las empresas pretenden que el esfuerzo desplegado tenga recompensa y las aliente a seguir hacia adelante.

El primer revés lo sufrió la "Santa María" con el mano a mano entre Joselito Adame y El Payo del viernes 4 de noviembre. Poco poblados se vieron los tendidos de la plaza queretana, un signo de alarma que se ha prolongado a lo largo de estos últimos días en otras regiones del país.

Porque también sorprendió, por ejemplo, que en las Corridas de Calaveras nadie llevó gente a la Monumental de Aguascalientes, y se comprobó que el festival cultural de Calaveras es de una sola corrida al año, y no de cuatro como se programaron para dar gusto al gobernador saliente, que tanto apoyó a la Fiesta.

Y cuando parecía que Joselito Adame y su hermano Luis David harían una gran entrada el pasado 5 de noviembre, la primera noticia de esa fecha fue que apenas se cubrió la mitad del aforo, no obstante que el cartel resultaba muy atractivo en el papel, y que se trataba de la presentación del menor de los Adame en su tierra tras su importante temporada novilleril en Europa.

Asimismo, desmereció la entrada que hubo una semana antes en la plaza "San Marcos", durante la encerrona de Leo Valadez, otro torero hidrocálido que se ha esforzado por abrirse camino al otro lado del Atlántico. Y ni siquiera esa inercia de triunfador, con un Zapato de Oro ganado a Ley en Arnedo, despertó el interés de sus paisanos, que sólo llenaron la mitad de los tendidos del asolerado coso de la calle Democracia.

Pero tampoco hubo buena entrada en la inauguración del flamante centro de espectáculos Acrópolis, y eso que Puebla se supone que es una ciudad con capacidad económica suficiente para haber acudido en masa al mano a mano entre Joselito y Roca Rey, y más aún cuando la oferta taurina hoy día en la Angelópolis se circunscribe a la feria de mayo. Pero tampoco fue así.

Y en la Plaza México ocurrió otro tanto en la corrida inaugural de la Temporada Grande, con dos figuras extranjeras en el cartel: José Mari Manzanares y Alejandro Talavante, que actuaron con Zotoluco. En este caso no se cubrió ni un cuarto del aforo del coso de Insurgentes, dando al traste con la sana costumbre que garantizaba, en cierta medida, que a la corrida de apertura de la capital del país siempre iba mucha gente.

Se podría afirmar que el motivo fue que se dio en sábado, y la gente no está acostumbrada a ir a los toros ese día, independientemente de la originalidad del cartel programado. Y tal vez por eso el domingo sí fue más público a ver el mano a mano entre Joselito y Roca Rey, y se enderezó el rumbo del inicio de la campaña capitalina en su nuevo formato.

En el ambiente se percibe un hecho irrefutable: la gente no tiene dinero para ir a los toros a todas las corridas que se anuncian. Por desgracia. Y mucho menos con los precios que han tenido los boletos en algunas de ellas, donde una barrera de primera fila de sombra ronda los mil quinientos pesos. Entonces, el aficionado elige aquellos carteles que más le llaman la atención, o las fechas en que puede ir a los toros.

Es aquí donde las empresas tendrían que aplicar una máxima que afirma: "el dinero de los toreros debe bajar del tendido", y pensar en establecer los honorarios de las figuras para poder ajustar, a su misma vez, los precios de los boletos. Sería un buen experimento, más a hora que la Fiesta de México atraviesa por una interesante época de cambios.

Si a esta precaria situación económica que vive el país añadimos la pesada carga de incertidumbre que permea en los mercados financieros tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, no quedará sino apretarse el cinturón a la espera de que el panorama económico se vaya despejando, y con la esperanza de que en un futuro cercano las plazas de toros tengan mejores entradas.


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