En medio de una tarde accidentada y de momentos que rayaron en lo dramático, el jalisciense Román Martínez se alzó con el triunfo de una oreja en la Plaza México, premio a la arrojada actitud demostrada en el redondel ante el único novillo que pudo estoquear de un encierro que dio interesante juego.

Y es que el nacido en Yahualica sufrió una cornada en la cara posterior del muslo derecho, abajito del glúteo, justo cuando resbaló luego de entrar a matar y el de Medina Ibarra hizo por él de fea manera. Este ejemplar tuvo una gran calidad en sus embestidas y fue materia propicia para que Román dejara constancia de cualidades, sobre todo al torear sabroso por naturales.

Aunque es lógico su verdor y sale al ruedo un tanto revolucionado, el público reconoció esas "ansias de novillero" con las que Román encaró este compromiso, lo que quedó muy claro desde los primeros compases capoteros de rodillas y en un estoico quite por gaoneras que le fue coreado con fuerza, así como la voluntad con las banderillas.

Este joven espada tiene una natural capacidad para conectar con los tendidos y, lo más importante, siente muy de verdad todo lo que hace delante de la cara de los novillos. Fuerte ovación para un astado que bien merecía el premio del arrastre lento, en tanto que el ganadero Jorge Medina dio la vuelta al ruedo con el torero, que se quedó en la arena para disfrutar del triunfo y después pasar a la enfermería, de donde ya no salió.

Espeluznante voltereta la que sufrió Héctor de Ávila en el novillo que el correspondía en segundo término a Martínez. Cuando empezaba a templarlo correctamente y parecía que la faena iría a más, fue levantado por los aires y cayó con la frente, de tal forma que entró prácticamente inconsciente a la enfermería, sangrando del rostro. Fue estabilizado y se le detectó una fractura de clavícula derecha, así que lamentablemente por segunda campaña consecutiva se va al "hule" en esta plaza.

El primero de su lote se movía y tenía dosis de transmisión, acudiendo con prontitud al toque, aunque lo hacía un tanto rebrincado y sin mucho ritmo. De Ávila no logró confiarse y algún sector del público le censuró que no lograra terminar por centrarse delante del astado.

Ante su segundo anduvo más sereno y logró dejar algunos buenos pasajes, aunque sin llegar romperse, de tal forma que la faena no alcanzó mayores alturas ante un novillo manejable. Al final no anduvo del todo certero con la espada y se retiró ante algunos pitos.

El hispano Pablo Mora dejó ver sus buenas maneras, aunque también denotó esa falta de sitio con el ganado mexicano. A su primero le recetó interesantes muletazos por ambos perfiles que fueron del agrado del público, aunque el trasteo no llegó al punto de máxima ebullición.

Luego de quitarse del encima al novillo que mandó a la enfermería a De Ávila, Mora encaró al sexto, un novillo enrazado que lo prendió al torear de capote y tuvo que ser atendido. Con un vendaje en la pierna derecha volvió al ruedo tras algunos minutos, en los que al ejemplar se le dejó "pensar" demasiado y terminó por desarrollar sentido.

Echándole casta, Pablo Mora dejó algunos destellos con la sarga en la mano derecha y el público reconoció la actitud mostrada, aunque a la postre no anduvo certero a espadas y se fue diluyendo una tarde accidentada en la que el público pudo experimentar diversos matices de la Fiesta.