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El discurso animalista de Joaquín Phoenix

Sábado, 15 Feb 2020    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Instagram Phoenix   
Emitido al recibir el premio Óscar por su actuación en "Joker"
El pasado domingo 9 de febrero al recoger el Óscar a mejor actor, Joaquín Phoenix se autonombró representante de aquellos que no tienen voz y ofreció un discurso a favor del animalismo. Y Después de poner al mismo nivel la lucha contra el racismo, el maltrato a los indígenas que la explotación animal dijo:

"Pensamos que tenemos derecho a inseminar artificialmente a una vaca y, después de parir, le arrebatamos a su cría, aunque sus gritos de angustia sean inconfundibles. Luego tomamos la leche que está destinada a su ternero y la ponemos en nuestro café y nuestros cereales".

Dijo también que: "Nos hemos separado mucho de la naturaleza. Muchos de nosotros tenemos una perspectiva egocéntrica del mundo, la idea de que somos el centro del universo".

Trataré de analizar los fundamentos y las contradicciones en el discurso del actor.
Joaquín Phoenix sigue la filosofía de Peter Singer que podría resumirse con el siguiente postulado: todos los animales son iguales y hay que desacralizar –es decir, quitarle lo sagrado– al ser humano. El ideal del animalismo es "liberar" a los animales del gran predador que es el ser humano.

Esta filosofía es contrataría a la ecología y a la defensa de la naturaleza. En ecología, se llama nivel trófico a cada uno de los conjuntos de especies u organismos de un ecosistema que coinciden en el lugar que ocupan en la cadena alimenticia. De esta forma, los primeros en la cadena son los autótrofos o los productores primarios como las plantas, las algas y algunas bacterias. Siguen los consumidores primarios, son herbívoros que obtienen energía de plantas o algas.

En tercer nivel están los consumidores secundarios que son zoófagos o carnívoros y se alimentan del nivel anterior en la cadena. Le siguen los consumidores terciarios que son omnívoros o supercarivoros. Los seres humanos, por nuestras características anatómicas y fisiológicas, somos omnívoros, es decir, somos capaces de consumir tanto vegetales (productores primarios) como proteína animal (consumidores primarios y secundarios).

El fundamentalismo animalista niega la cadena trófica. El mundo idílico que promueve la "igualdad animal" es incompatible con la realidad de la naturaleza. Los movimientos ecologistas buscan preservar la biodiversidad y garantizar el funcionamiento de los ecosistemas.

Phoenix se aprovecha de la simpatía que generan algunas razas que conviven con los humanos para manipular y así promover un estatuto jurídico único para el animal en general. La ecología y los equilibrios biológicos niegan esta igualdad de derechos a la que aspiran Phoenix y los animalistas.

El discurso del actor de la película "Joker" es, también, un ataque a la ética centrada en la persona que han enseñado filósofos como Aristóteles, Santo Tomas de Aquino o Immanuel Kant.

Para Aristóteles la ética regía el comportamiento interhumano. La ética de los antiguos griegos no tutelaba la relación con los dioses –para ello estaba la piedad– ni la relación con los animales. El hombre, que no era inmortal como los dioses, ni irracional como los animales, estaba en el centro. Decir "en el centro" no se refería a ser la especie más elevada, sino al sentido que la naturaleza humana, por imperfecta que fuera, estaba en medio de dioses y animales.

Kant coincidía en que la ética tutela las relaciones entre personas. El imperativo categórico –concepto central de la ética kantiana– establece que no se deben utilizar como medios a otros seres humanos y que siempre se debe respetar a los semejantes como fines en sí mismos.

La ética animalista no se basa en deberes –como la cooperación– o en virtudes –como la solidaridad– que podrían regir los vínculos entre animales y personas. No está fundamentada ni siquiera en las relaciones de trabajo que antes unían a los hombres con los animales, como por ejemplo al campesino con su buey, al cazador con su perro o al cochero con el caballo. La "nueva ética" que defiende gente como Phoenix es una relación unidireccional entre el agente (el ser humano) y el paciente (el animal), una relación de cuidado (care) donde el animal es un ente pasivo. No hay una comunidad moral definida por la historia o por las prácticas sociales, es una moral basada en derechos subjetivos.

Phoenix dijo que hablaba de la "lucha contra la injusticia". Pero la justicia se da únicamente al interior de una comunidad de iguales y los humanos no formamos una comunidad con los animales.

Ludwig Wittgenstein, filósofo estudioso del lenguaje, decía que aunque los leones pudieran hablar nuestra lengua, no les entenderíamos. El mundo de los animales, basado en necesidades e instintos, no puede construirse con conceptos éticos o jurídicos propios de los seres humanos que ejercen su libertad, es decir, que su vida está hecha de elecciones y renuncias voluntarias.

La ética es el reconocimiento de lo propiamente humano y no la animalidad del hombre.

Phoenix y los animalistas pretenden acabar con el sufrimiento animal. Pero no toman en cuenta que la mayor parte de las bestias que jamás han tenido contacto con el hombre "sufren" más que la mayoría de los toros bravos a los que no les falta comida y son protegidos de parásitos y otras alimañas que pudieran provocar dolor y sufrimiento. Parecería que el único "sufrimiento animal" que debe ser abolido es el causado por el hombre.

Lo que pretende la utopía animalista, presente en el discurso de Joaquín Phoenix, es liberar a los animales y animalizar al hombre.


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