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José Ortega y Gasset, el taurino

Viernes, 21 Sep 2018    Morelia, Mich.    Quetzal Rodríguez | Foto: El País   
...Ese componente primario de la intuición tauromáquica no es...
José Ortega y Gasset  fue un filósofo e intelectual que de varias formas marcó las pautas espirituales de los intelectuales de Occidente y con pleno derecho está incluido en la cohorte de los pensadores más destacados del siglo XX. Este hombre tenía un don privilegiado para captar y plasmar en lenguaje filosófico las ideas que apenas estaban en el aire.

Este aficionado a los toros desde su primera infancia y amigo de toreros mencionó que la intuición de los terrenos -el del toro y el del torero- es el don congénito y básico que el gran torero trae al mundo. Merced a él sabe estar siempre en su sitio, porque ha anticipado infaliblemente el sitio que va a ocupar el animal. Todo lo demás, aun siendo importante, es secundario: valor, gracia, agilidad de músculo. 

Es sorprendente la diversidad de temas que le interesaron a Ortega: escribió sobre la teoría de la relatividad de Einstein; el traje español popular; la música de Stravinsky y Debussy; el ballet ruso; la misión del bibliotecario; la etnología africana; la pintura de Goya y Velásquez, y fuentes de Nuremberg.

Ese componente primario de la intuición tauromáquica no es geométrico, sino llamémosle psicológico: es la comprensión del toro. No me refiero con ello al conocimiento de las varias propensiones que los toros manifiestan en sus comportamientos. Este conocimiento no es nativo. Se adquiere en larga experiencia, en suma, se hace.

A Ortega como ensayista, le interesaba todo lo que sucedía en su tiempo y por eso aspiraba a replantear y actualizar las ideas y valores del pasado a la luz de la época contemporánea. En este aspecto se puede destacar dos tipos de pasado: el pasado que ha sido y que está abolido, y el pasado que todavía dura como parte del presente.

El valor en el gran torero no tiene nada que ver con la inconsciencia de cualquier mozo insensato, sino que en todo instante se halla bien fundado, como diría Leibniz, a saber, fundado en la lúcida percepción de lo que el toro está queriendo hacer. Como la furia del astado es clarividente, lo es también el valor del diestro ejemplar. Ni pueden ser las cosas de otra manera para que se produzca esa sorprendente unidad entre los dos antagonistas que toda suerte normalmente lograda manifiesta. 

El pensador español compara la vida del individuo con la de un actor en la escena que desempeña el papel de un personaje que, a su vez, determina la suerte de aquel. El actor, que representa la vida real, de alguna manera siempre deforma "la vida auténtica" de su personaje. Está destinado, a través de sus actos escénicos, a realizar el carácter auténtico del protagonista cuyo rol desempeña.

Durante los años 30, tras la fusión editorial Espasa-Calpe, Ortega continuaba vinculado, editorial y administrativamente, a la editorial Calpe, y pese a haber pasado a una condición no ejecutiva, su dictamen seguía muy tenido en cuenta en las iniciativas editoriales. Entre ellas resalta la iniciativa de convencer a José María de Cossío, que ya había preparado una antología de poesía taurina en 1931, para que publicara un libro muy completo sobre toros.

Es por eso que será el propio Cossío el que menciona: "Aconsejó [Ortega] la publicación de un libro de toros que en su idea debiera recoger los aspectos técnicos de la fiesta que pueden interesar a un aficionado y los históricos que debieran interesarle aunque rara vez le interesen (…) fue Ortega quien, equivocadamente me propuso para que fuera yo el que desarrollara tan ambicioso programa, tan superior a mis fuerzas como el libro".

Ortega comienza a escribir sus primeros artículos cuando la generación modernista – la mal llamada del ‘98 – se imponía en las letras peninsulares y en particular modo en las madrileñas. En la capital se afirmaban los Machado, Azorín, Baroja, Valle-Inclán y, también, Maeztu y Unamuno. Sabía que para afirmarse en la cultura española se vio obligado a superarlos culturalmente a través de sus artículos y correspondencia y finalmente con su primer libro Meditaciones del Quijote. 

La historia de las corridas de toros revela algunos de los secretos más recónditos de la vida nacional española durante casi tres siglos. Y no se trata de vagas apreciaciones, si no que de otro modo no se puede definir con precisión la peculiar estructura social de nuestro pueblo durante esos siglos, estructura social que es, en muy importantes órdenes, estrictamente inversa de la normal en las otras grandes naciones de Europa.

Bibliografía: 

De Cossío José María. "El Cossío, los toros", Volumen 1, Espasa, Madrid, 1996

González Alcázar, Felipe. "Paquiro o de las corridas de toros: Ortega y la tauromaquia", en "Revista de Estudios Orteguianos", No.16-17, 2008.

Ortega y Gasset, José. "Borrador del epílogo para Domingo Ortega", en "Cincuenta autores y sus escritos sobre toros", Francisco López Izquierdo (coord.) Agualarga Editores, Madrid.


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