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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 20 Sep 2018    ZAC, Zac.    Juan Antonio de Labra | Opinión     
...Ureña ha sufrido incansablemente por ser alguien en la vida...
Un certero golpe de pitón le ha destrozado la existencia a Paco Ureña. La visión de su ojo izquierdo peligra. Y todo el toreo lo lamenta. Es algo tan preocupante como terrible. Pero así es la crudeza de la Fiesta. Bien dicen por ahí que los toros dan cornadas a todos… y millones a unos cuantos.

A reserva de conocer la evolución de la salud de Paco, y con el deseo de que no pierda la vista de ese ojo, este percance viene a rememorar los de otros toreros heridos en circunstancias similares a lo largo de la historia: Javier Contreras "El Buster", Armando Rosales "El Saltillense", Lucio Sandín, Javier Vázquez, Luis de Pauloba, José Rubén Arroyo, Juan José Padilla… Qué difícil ha sido para todos continuar con su profesión privados de parte de su vista.

Desde luego que el que más lejos ha llegado con este impedimento ha sido Padilla, que ya tenía el oficio muy bien aprendido cuando le ocurrió esta desgracia en Zaragoza, y se había curtido en la guerra, matando muchas corridas duras.

Después de superar aquella difícil trance, el torero jerezano ha resuelto la papeleta con creces y toreado como el que más en esta nueva faceta con su personaje de "pirata", al que ahora ha añadido un paliacate negro luego del arrancamiento del cuero cabelludo sufrido hace algunas semanas. Cierta vez confesó, con una gran carga de ironía, que en estos años el toro le había compensado con creces, y le había devuelto lo que en su día le había quitado con esa trágica cornada.

Paco Ureña ha sido un torero que ha luchado mucho por labrarse un futuro. Es un auténtico guerrero. Ha sufrido incansablemente por ser alguien en la vida, esa que ahora lo pone otra vez contra las cuerdas, delante una prueba durísima. Pero para él no es nuevo aquello de saber levantarse, como seguramente lo hará tras haber sufrido este gravísimo percance.

De momento, ahí queda de manifiesto su enorme pundonor, pues permaneció sobre la arena con el pómulo izquierdo partido, el ojo marchito, el corazón afligido... pero con la mentalidad del que no se raja; el que ni siquiera con un percance de esta magnitud ha tirado la toalla, siguiendo aquella vieja máxima taurina que alguna vez le escuché a Pepe Luis Vázquez, el maestro mexicano: "mientras te puedas sostener en pie, tu obligación es dar muerte al toro".

Y eso fue precisamente lo que hizo Paco Ureña el viernes pasado en la plaza de Albacete, ante la admiración y el respeto de todos, inclusive, tal vez, de aquellos que no comulgan con su forma de torear o de ser. El respeto que se ha ganado Paco con este gesto es inmenso, y una demostración, para sí mismo, de que tiene las agallas para seguir adelante, orgulloso de caminar siempre con la frente en alto.

Y ahora sólo resta esperar acontecimientos, en medio de los cuales la buena vibra de que no pierda la vista de su ojo izquierdo se multiplica por los miles de mensajes que se han lanzado a través de las redes sociales. Es el deseo de quienes estamos de su lado y lo apoyamos anímicamente, con la intención de que este trago tan amargo sea llevadero durante las inciertas horas que está viviendo.

Esto tiene el toreo, y percances como el de Paco, tan imprevisibles, catalogados como "accidentes", son cosas que también pasan y a las que los toreros están expuestos cada vez que desafían a un toro en aras de expresar sus sentimientos.

Paco Ureña es uno de ellos, y para expresar lo que le hierve en el alma tiene que seguir siendo torero. Ése será el mayor aliciente en esta tremenda batalla de la que estamos seguros saldrá vencedor.


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