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Efemérides: Antoñete y "Atrevido"

Martes, 15 May 2018    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo     
Ofrecemos el resumen en video de esta obra cumbre

El 15 de mayo de 1966, durante la Feria de San Isidro, el maestro Antonio Chenel "Antoñete" bordó una de la obras cumbres de la segunda mitad del siglo XX, al cuajar al recordado "toro blanco", de Osborne, llamado "Atrevido", trasteo que ha quedado en la memoria

Antoñete y "Atrevido" se fundieron en una de las faenas más recordadas de la historia del toreo, bordada en más de 60 muletazos y ante la cual se abre la pregunta sobre si es posible torear mejor.

Aunque esta faena significó quizá su consagración como gran figura del toreo, en 1965, el maestro había abierto la Puerta Grande de este coso monumental tras cortar dos orejas, triunfo que le redituó en contratos a lo largo y ancho de España. Esto le abrió más caminos que en sus primeros años tras la alternativa, tomada en 1953, pues logró torear más de 50 corridas en 1966 y 1967.

Sobrio en el redondel y con una técnica muy depurada, paradigma del clasicismo en el toreo, Antonio Chenel Albadalejo tuvo una trayectoria marcada por sus problemas de salud ocasionados por la fragilidad en los huesos, irregularidad que desterraba al tan sólo abrirse de capa con esa añeja torería.

Muchos fueron los triunfos logrados en el redondel y varias también las tardes aciagas, junto con el amargo sabor de los percances. Y en este marco de la vida de un artista, abrió siete veces la puerta grande de Madrid, su casa, tal y como lo dicta una placa colocada en el patio de arrastre del coso de la calle de Alcalá: "Esta fue su plaza, esta es su casa".

En medio del triunfo y la gloria, pero también de las decaídas y los sinsabores, Antoñete se retiró de los ruedos y volvió en numerosas ocasiones. Y aunque iba y venía, su primera despedida oficial fue en 1975, cuando se encerró con seis toros en Las Ventas. Tras un festival en Margarita, Venezuela, determinó volver a los ruedos y lo hizo en 1981, diciendo nuevamente adiós en 1985.

Pero el "gusanito" del toro siempre estaba ahí, lo que, aunado a la necesidad económica, como lo reconoció ante el periodista Joaquín Vidal, le hizo volver en 1987, actuando sin despedirse formalmente hasta 1997. Sin embargo, volvió de nueva cuenta y se mantuvo toreando hasta el 2001.

Burgos fue la última plaza que lo vio hacer el paseíllo, el 1 de julio de ese año; ahí terminó su trayectoria, pero nacía la leyenda. Aquella tarde, se desvaneció luego de entrar a matar... su capacidad respiratoria luego de tantos años de tabaco ya no era la misma.

Chenel no vino mucho a México, pero sí dejó la rúbrica de su particular torería en cosos como la Plaza México y el Nuevo Progreso a mediados de la década de los ochenta, aunque confirmó en 1953. Antoñete fue el padrino de confirmación de Manolo Mejía en el coso de Insurgentes, en 1985, siendo Eloy Cavazos el testigo.

Antoñete fue galardonado también fuera del ruedo, gracias al arte que manifestó siempre dentro de él.  En el año 1992 le concedieron la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, mientras que en 2001 le fue otorgada la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes.

Si pudiera resumirse en una frase la tauromaquia de Antonio Chenel "Antoñete", bien valdrían las palabras del historiador taurino Domingo Delgado de la Cámara acerca de su estilo: "Cruzado, pecho fuera, pierna para adelante, pero toreo ligado en el sitio de Manolete".

Acompaña a esta nota el video de aquella mítica faena de Antoñete a "Atrevido", aque 15 de mayo de 1966 en Las Ventas de Madrid, publicada en el portal multimedia YouTube.


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