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Historias: Registros del Virreinato

Miércoles, 26 Abr 2017    CDMX    Francisco Coello Ugalde | Foto: Archivo   
"...son el más claro antecedente del registro noticioso..."

En el periodo que va de mediados del siglo XVI a principios del siglo XIX, se produjeron en la Nueva España una cantidad importante de documentos por medio de los cuales es posible hoy día, entender cómo se produjo el desarrollo –entre otras cosas-, de la tauromaquia.

Tales especímenes se reconocen bajo el término de "relaciones de sucesos" o "relaciones de fiestas" escritos lo mismo en prosa que en verso tanto por autores de fama que por aquellos otros de los que apenas se tiene alguna información sobre su vida y obra.

En esencia, son el más claro antecedente del registro noticioso donde destacan curiosas formas de expresión que solo pueden entenderse al contextualizar su lectura con los más recientes acontecimientos sobre los cuales giraban aquellas fastuosas conmemoraciones, lo mismo ligadas al pretexto político que al religioso. Incluso al académico. El elevado número de festejos es tan considerable que luego de más de 30 años de llevar a cabo una exhaustiva revisión del caso, me permite concluir sobre la presencia y evidencia cercana a las 400 "relaciones".

Muchas de ellas se perdieron o quedaron en posesión de coleccionistas que aún conservan el valor de la curiosidad bibliográfica. Otras tantas se encuentran en bibliotecas nacionales y extranjeras, pero no son todas. Incluso, en buena parte de estos registros apenas existen breves citas que aluden la celebración de festejos taurinos sin más aporte que la limitada referencia.

Pero en otros, como El Sol en León (…) obra que escribió José Mariano de Abarca y Valda en 1747 con motivo de la proclamación del entonces monarca Fernando VI podemos leer con lujo de detalle el nombre de los caballeros participantes así como la descripción de sus ropajes y algunas de las suertes practicadas.

Existen al menos tres casos en los que dichas obras detallan con mayor amplitud el tipo de toreo que llegó a practicarse, tanto en el siglo XVII como en el XVIII. Me refiero a un impreso del año 1641, cuya autora: María de Estrada Medinilla recibió incluso el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad de México para la edición del mismo, impreso localizado en 2006 y perteneciente a la colección Genaro Estrada de la Biblioteca de Austin, Texas y lleva el curioso título de IVEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilifsima Ciudad de Mexico, a veinte y fiete de Nouiembre defte año de 1640 / En celebración de la venida a efte Reyno, el Excellentifsimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Efcalona, Virrey Capitán General defta Nueva Efpaña, &cc. Por Doña María de Eftrada Medinilla. 19 p.

La siguiente es un valioso documento ubicado en el Fondo Reservado de la Biblioteca “Dr. Eusebio Dávalos Hurtado” del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y cuya referencia es: Alonso Ramírez de Vargas: SENCILLA NARRACIÓN, ALEGÓRICO FIEL TRASUMPTO, DIBUJO EN SOMBRAS Y DISEÑO ESCASO DE LAS FIESTAS GRANDES CON QUE SATISFIZO EN POCA PARTE AL DESEO, EN LA CELEBRADA NUEVA FELIZ DE HABER ENTRADO EL REY NUESTRO SEÑOR, DON CARLOS SEGUNDO (QUE DIOS GUARDE), EN EL GOBIERNO, EL ILUSTRÍSIMO Y EXCELENTÍSIMO SEÑOR MAESTRO DON FRAY PAYO ENRÍQUEZ DE RIBERA, DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD, DIGNÍSIMO ARZOBISPO DE MÉXICO, VIRREY, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DESTA NUEVA ESPAÑA Y PRESIDENTE DE LA REAL AUDIENCIA, QUE EN ELLA RESIDE, Y A CUYA ALTA PROTECCIÓN LA DIRIGE SEGURO Y LA CONSAGRA HUMILDE DON ALONSO RAMÍREZ DE VARGAS. Con licencia en México. Por la viuda de Bernardo Calderón. Año de 1677.

Dicho documento incluye una amplia descripción de las fiestas celebradas con aquel motivo. Un tercer caso refiere por cierto a un manuscrito, y cuyo autor fue Manuel Quiroz y Campo Sagrado: Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez... 1786, del que gracias al trabajo de Salvador García Bolio (Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y Campo Sagrado. México, s.p.i., 1988. 50 h. Edición facsimilar), es posible conocer en detalle los hechos de noviembre y diciembre de 1785, donde actuaron en 22, 23 y 24 de noviembre dos, y entre otros personajes cuatro y seis mujeres toreras respectivamente.

Sobre la primera de ellas, auténtica curiosidad por otro lado, pues con tal documento se comprueba el hecho de que María de Estrada Medinilla antecedió a la reconocida “Décima musa”, sor Juana Inés de la Cruz, escribí en “Fiestas de Toros (…). Introducción, estudio y reproducción facsimilar”. Por: José Francisco Coello Ugalde y Carmen Eugenia Reyes Ruiz (México, 2007-2010), inédito, lo siguiente:

LA RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640.

Como muchas de las recepciones que ocurrieron en el período virreinal, acontecimiento que se ceñía a un protocolo por demás impresionante debido, en primera instancia a la notificación de que eran informadas las autoridades y luego éstas divulgando la noticia a nivel general, obligaba a que se cumpliera cabalmente con el itinerario que empezaba en el puerto de Veracruz y concluía en la ciudad de México bajo una serie de indicaciones que la costumbre había establecido. Pero no era solamente asunto de saludos y formalidades.

También estaban las fiestas como complemento y cúspide de aquella parafernalia que alcanzaba varios días o semanas de celebración. En este caso particular, nos ocupamos de la de don Diego López Pacheco, Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General de la Nueva España, cuyos hechos adquirieron tintes peculiares que se proyectan en varias direcciones.

Por un lado, se trata de un suceso que ocurre en momentos del más acentuado clímax en el barroco novohispano, fenómeno cultural estimulado por una serie de elementos alentados por el arte y la literatura –el hipérbole más ponderativo (María de Estrada Medinilla, dixit)-. La recepción que ahora estudiamos a partir de la obra de nuestra autora, nos habla también de otras tantas descripciones, lo que significa que el hecho mismo se convirtió en un acontecimiento extraordinario, mismo que quedó cubierto por otros tantos documentos que hoy nos permiten entender la magnitud de aquel suceso.

Dentro de su manufactura se cumplieron a cabalidad los puntos del protocolo más riguroso. Por otro lado, las fiestas religiosas y paganas también fueron reseñadas y entre todas ellas, las de toros no pasaron desapercibidas ni por María de Estrada ni por algunos otros “cronistas”, entre quienes se encuentran Cristóbal Gutiérrez de Medina, Matías de Bocanegra, Nicolás de Torres, Esteban de Aguilar, Juan de los Ríos Zavala y Sabina Estrada y Orozco.

La interpretación literaria del siglo XVII adquiere un sentido manifiesto de preponderancia, que arranca con la Grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena (1604) y termina con Felipe de Santoyo García Galán y Contreras (1691) pasando por Juan Ruiz de Alarcón, el Pbro. Br. D. Diego de Rivera, el también Pbro. Br. D. Ignacio de Santa Cruz Aldana, el Capitán Alonso Ramírez de Vargas y la jerónima sor Juana Inés de la Cruz, quienes legaron obras de un elevado valor culterano que se empareja, en esos términos con la de María de Estrada Medinilla.

Enorme alegría significó el encuentro con la relación de FIESTAS DE TOROS, JUEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilísima Ciudad de México, a veinte y siete de Noviembre de este Año de 1640 EN CELEBRACIÓN DE LA venida a este Reino, el Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, Virrey y Capitán General de esta Nueva España, &c, mismo que es motivo para el estudio y reproducción facsimilar, fruto de una intensa investigación que busca poner en claro sus más profundos misterios.

Recordemos, para terminar, que las relaciones o descripciones recrean las “grandes alegorías” como por ejemplo: proclamaciones reales, entradas, esponsales, bodas, nacimientos, bautizos, canonizaciones de santos, etc. En todo esto, el autor procuraba no sólo deleitar sino hacer revivir las jornadas festivas de manera que el lector de la Relación lograba tener la sensación de ver “las fiestas por segunda vez”.


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