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Anecdotario de Giraldés: El brindis del reloj

Viernes, 21 Abr 2017    Tijuana, B.C.    Valeriano Salceda   
...le gustó muchísimo aquel reloj y trató, sin conseguirlo, de...

A partir del año 1932, a ese coloso del toreo que fue Fermín Espinosa “Armillita”, lo apoderó Domingo González "Dominguín". El torero de Saltillo conoció Luis Miguel Dominguín cuando el menor de los hijos de su apoderado tenía seis años.

La relación entre Dominguín y el maestro Fermín llegó más allá de las que suele haber entre apoderado y poderdante. Para todos los Dominguín, Armillita siempre fue uno más de la familia.

Luis Miguel reconocía que los "consejos que siempre me dio Fermín, fueron definitivos en mi formación; gracias a ellos vi con claridad muchos aspectos complicados del toreo".

En 1945, reanudado desde el año anterior el intercambio taurino entre los toreros uno y otro país, Armillita volvió a torear en España. Lo apoderada, como antes, Domingo González "Dominguín", y raro era el día en el que el maestro no iba a la casa número 35 de la calle del Príncipe.

En ese tiempo, Armillita tenía un reloj finísimo. A Luis Miguel, el menor de los hijos de su apoderado, que tenía diecinueve años y uno de matador de toros, le gustó muchísimo aquel reloj y trató, sin conseguirlo, de comprárselo al maestro Fermín… de ninguna manera, ese reloj no se vendía.

El 25 de agosto de ese año de 1945, se anunció en Almagro un cartelazo: ocho toros del Duque de Pinohermoso para Fermín Espinosa "Armillita", Pepe Luis Vázquez, Luis Miguel Dominguín y Pepín Martín Vázquez.

No faltará quien piense que es inexplicable que en un pueblo de Castilla-La Mancha, se presente esa corrida…, pero con la cosecha del melón, sandía y berenjena, que da esa región, sobra dinero para anunciar carteles de esa categoría.

El menor de los Dominguín le brindó a Armillita su segundo toro. El inmenso toreo de Saltillo recordaba las palabras de Luis Miguel en aquella dedicatoria: "Fermín, va por ti, por nuestra gran amistad, y por el reloj…, no se te olvide, también por el reloj".

-Maestro, ¿y usted qué hizo? -le pregunté a don Fermín Espinosa cuando hace poco más de cincuenta años me platicó aquello.

-En cuanto me quité la ropa de torear, mandé llamar a Luis Miguel. Cuando llegó le dí e reloj… se lo ganó; estuvo bien de verdad con ese toro.

Así era la generosidad del maestro, y también la astucia del gran Luis Miguel.


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