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Temple milagroso, insufrible sosería

Domingo, 04 Dic 2016    Ciudad de México    De Labra | Foto: JR Nacif           
El hidrocálido realizó una faena de gran temple al segundo toro
¿Adónde vamos con este toro soso, que no embiste y sólo pasa? A un remedo de Fiesta. Porque cuando el toro no es bravo -y eso ya es mucho pedir- el espectáculo languidece en esa sosería soporífera que hoy dio al traste con la corrida de La México, ahí donde ese ambiente enrarecido, repleto de molestos gritones, y hasta soeces, es el fiel reflejo de una crisis de valores taurinos.

Han transcurrido seis corridas, se han lidiado 37 toros, y solamente uno, sí, uno, de El Vergel, ha permitido un triunfo legítimo de dos orejas, las que cortó Sergio Flores el otro día. Y hoy, salvo ese milagro del temple, que corrió a cargo de Juan Pablo Sánchez, que acarició las dóciles embestidas del segundo ejemplar de Julián Hamdan, el resto del festejo se fue al garete, con el añadido de que la suerte de varas ahora es un mero trámite oficioso, casi siempre, de a piquetito por toro.

La cosa había comenzado hasta cierto punto bien, con una primera faena valiente de Miguel Ángel Perera, que terminó acortando las distancias, ahí donde él se siente cómodo, ante un toro que acabó parándose. Y luego vino esa obra de filigrana de Sánchez, que está en el mejor momento de su carrera, y aunque quizá aún le falta pulir determinados detalles de contexto, su sólida tauromaquia discurre por ese sentimiento mexicano, de muñecas sueltas, toques y colocación precisa, y una manera de templar que es un auténtico lujo.

Así fue enamorando a ese primer toro de su lote, al que acabó afianzando sobre la arena mediante un tratamiento ejemplar, en el que el toreo se convirtió en caricia.

Y la gente rugió con entrega ante esos naturales de exquisita tersura, en la que los tiempos y las alturas de la muleta, fueron la clave para sacarle al toro la faena que tenía escondida. Una certera estocada le puso en las manos una oreja de esas que saben bien, sobre todo porque se la trabajó con inteligencia y un toreo de calidad que ahí queda.

También porfió el hidrocálido delante del quinto, un toro cárdeno nevado construido cuesta arriba, con el que estuvo esforzado y tapándole la cara mientras el de Julián Hamdan pasaba, que no embestía. Mató de una estocada trasera y caída y tuvo que conformarse con aquellos muletazos de temple infinito del toro anterior.

Perera hizo todo lo que pudo por triunfar y estuvo cerca de conseguirlo. El público así lo reconoció en ese primer trasteo, en el que se puso muy cerca de los pitones del toro antes de colocarle media estocada que, instantes después, el puntillero ahondó hasta en dos ocasiones, en una actitud poco ética, y que le granjeó una fuerte voltereta del toro, que no le perdonó esa pícara maniobra. Ojalá que comprenda la moraleja.

La gente ya estaba de uñas en el cuarto, un sobrero que vino a sustituir a un inválido que fue devuelto cuando ya le habían clavado un par de banderillas. Y ese otro toro, del hierro titular, que tampoco salvó el honor de la divisa, no obstante que se había movido en el espectacular inicio de faena del extremeño, y que luego desarrolló una embestida peligrosa y amoruchada.

A Fermín Espinosa "Armillita IV" le están pasando factura -cada vez con más enfado-, de haber hecho una carrera novilleril sin el rigor de otros de sus compañeros de camada. Al margen de esa percepción que tiene el público, por momentos lo trataron con injusta dureza, y le lanzaron gritos hirientes, sin reparar siquiera en las condiciones de embestida de los dos toros de su lote.

Una serie de redondos en los que se enfadó el torero y sacó la casta, fue el escaso balance de una primera faena aseada con un toro descastado, pero quizá sin esa convicción interior que debe ser el motor de todo cuanto hace un torero desde que se viste de luces.

El sexto, un toro negro y cariavacado, hacía hilo en la muleta de Fermín y punteaba, lo que le complicó reponerse entre los pase con mayor soltura. Amontonó pases tratando de resarcir el encono de la gente y no lo tuvo fácil hasta que hizo uso del recurso de la espada. Y mediante una estocada eficaz, en la que entró a matar por derecho, así puso fin a una tarde frustrante para él, en todos sentidos.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Sexta corrida de la Temporada Grande. Unas 5 mil personas en tarde fría, con algunas ráfagas de viento. Siete toros de Julián Hamdan (el 7o. cómo sobrero sustituto del 4o., devuelto por inválido), bien presentados, desiguales en hechuras, descastados y flojos en su conjunto. Pesos: 532, 534, 540, 549, 542 y 532 kilos. Miguel Ángel Perera (verde olivo y oro): Vuelta tras petición y silencio tras aviso. Juan Pablo Sánchez (azul noche y oro): Oreja y silencio. Fermín Espinosa "Armillita IV" (tabaco y oro): Pitos y silencio.
Incidencias: Destacó en banderillas Curro Javier, de la cuadrilla de Perera, que saludó en el 1o.


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